Hace un año, por esta misma época, evocaba una vieja experiencia que tuve cuando decidí explorar la terapia de regresión a vidas pasadas, en una búsqueda más por conocer y descifrar un poco mis conflictos y mi vida personal. Recordar aquella inolvidable sesión y compartirla aquí con ustedes, resultó para mi renovador y enriquecedor, sintiéndome muy consciente también del precioso momento que por entonces estábamos por experimentar mi familia y yo: la celebración de la última navidad con nuestra madre.
Hoy tras un año lleno de duras y dolorosas pérdidas, rescato, lo que ha quedado en medio de los escombros, nuevamente como un ejercicio colectivo, invitando a mis amigos, ustedes, a que en estos días de especial reflexión, podamos hacer un balance que resulte positivo para comenzar el que viene en las mejores condiciones posibles.
Sé que todos de una manera u otra hemos tenido un 2015 difícil. ¿Cual no lo es? Muchos de nosotros hemos tenido que pasar por la despedida y pérdida de alguno(s) de nuestros seres queridos. Hemos pasado por enfermedades, por pérdidas dolorosas, emocionales, materiales, laborales, que en ocasiones nos colocan frente a un panorama oscuro y desolador. Cuando nos lo han informado, aquí hemos tenido la oportunidad de acompañar a nuestros amigos en sus momentos de pérdida. Hoy pretendo que ese recurso de poner en la balanza lo que la vida nos ofrece, lo utilicemos antes de emprender nuevos retos, para que juntos demos un paso adelante con fuerza, con esperanza y alegría, cuando llegue el momento de darle una vuelta a la última página del calendario, en los próximos días.
Esta navidad, para muchos de nosotros, como en el caso de mi familia, será el primero sin alguno de nuestros importantes seres queridos, para otros será el último que vivamos junto a ellos y el primero para los que recién llegan a esta vida. Quiero hacer énfasis en el primer grupo, porque sé que es el de los que están en estos días en condiciones de mayor vulnerabilidad. Esos primeros aniversarios, primeros cumpleaños sin ellos, primera navidad, primer día de la madre o del padre, siguientes al fallecimiento de uno de nuestros seres queridos, nos devuelven un poco a esas emociones de tristeza que creíamos haber superado tras la muerte de nuestro amigo o familiar. Son realmente difíciles y especialmente para aquellos que todavía viven una de esas etapas del duelo en las que es muy temprano para conciliar de nuevo con la vida. Mi especial invitación va para que acompañemos a estos amigos en su difícil momento, sin juzgarlo y sin forzarlo a experimentar lo que nosotros hemos ya superado, o lo que para nosotros resulta incomprensible. Permitámonos sentir la tristeza y permitamos que quien la sienta la experimente sin tener que negarla u ocultarla, pero acompañémoslo. No es este un buen momento para dejar aislado a quien ya se siente suficientemente solo. Un abrazo, un rato de compañia, unos recuerdos compartidos, pueden hacer mucho en el corazón de quien se siente aún sin hoja de ruta en este difícil transcurrir de la vida.
Tras experimentar el alivio de pasar estos días sin ese ser querido, o sin lo que hayamos perdido, podemos permitirnos sentir el vacío que queda tras eso y dar espacio a lo positivo, a lo que está por venir y entonces, en otro esfuerzo más, lograremos diseñar una nueva etapa de nuestra vida, un nuevo año, enfocándonos en lo que tenemos por ganar, por lograr, por alcanzar. La vida entonces, nos mostrará los nuevos retos y las posibilidades de seguir derivando felicidad de las pequeñas cosas que hay a nuestro alrededor. Esa será nuestra enorme ganancia...
Quizás el 2016, si nos lo proponemos, será el año de ser más felices y de tomar más conciencia de lo que significa estar aún vivos. Doy gracias a todos por su solidaridad y amistad durante este 2015 y les deseo mucha paz y tranquilidad durante estos días restantes del año...
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Última Navidad con mamá... |
Mientras finalizaba este escrito, me contactaba Luis Edmundo Ruiz Arias, nuestro querido Mundo, reportando lo que había ocurrido tras su tragedia. Los tres primeros días, me decía, fueron de mucha tristeza, contemplando la devastación causada por el fuego en su vivienda. Luego, me comentaba, que el haber sentido nuestra compañía, las llamadas de amigos y conocidos dándole ánimo y el dinerito que entre todos logramos hacerle llegar, se puso al frente de la situación con más tranquilidad; en este momento, parte de su pérdida se ha transformado y nos da las gracias y yo con él, por haber respondido de manera tan efectiva a ese llamado de solidaridad que hicimos. La vida, con seres humanos que se tienden la mano en momentos de necesidad, vale la pena y tiene sentido. Esta noticia, al menos para mí, ha sido un verdadero regalo de Navidad que no puedo dejar de compartir.
Gracias...gracias....gracias!!!
Silent Night - Enya