Como bien decía Luis Edmundo, hablando del fútbol en el barrio, podríamos pasarnos días y días hablando, no solo porque hay tantas historias para recordar, sino tambien porque hablando del fútbol, podríamos terminar discutiendo sobre arte, literatura, música y hasta de política. No queria terminar mis comentarios sin incluír estos videos y este artículo que precisamente dan muestra de que esto puede ocurrir; podemos darle la vuelta al círculo y finalizar diciendo que, todos los caminos conducen al fútbol...
Ahora, tienen ustedes la palabra. Queremos conocer sus anécdotas. Ayuden a completar esta historia, de la que apenas hemos escrito sus comienzos.
Walter Saavedra - La palabra vs. la censura
Publicado en El Espectador Julio 03/2013
Afectos entre el fútbol y la literatura
Por: Columnista invitado
“Las verdades del área son rectas de dudosa geometría, como ardientes amores de ficción en manos de un penalti. Por eso saben mucho de la felicidad y la belleza”. Luis García Montero.
Leer fútbol es hacer un sombrerito, una chalaca, una gafiada o un gol, un gol de los que se gritan para el resto de la vida. Jugar literatura es escuchar y ver las metáforas de Álvaro Cepeda Samudio, (en su cuento Desde que compró la cerbatana ya Juana no se aburre los domingos), Milan Kundera, Octavio Paz, Eduardo Galeano, Vinicius de Moraes o Gonzalo Medina Pérez, con sus Sueños a la redonda. Entre pase y pase o metáfora y metáfora nos reconocemos inútiles, débiles y abismados, es decir, enamorados, locos o muertos y, por eso, la literatura y el fútbol salvan, salvan de los domingos sin fútbol y de los sábados sin literatura, salvan de algo que no sabemos pero salvan hasta que llegan las expresiones que también habitan en la locura y en la muerte, salvan de los miedos, de las incertidumbres y de la imposibilidad de los proyectos humanos. ¡Gol, gol, gol, hijueputa! Es la expresión que más suena en literatura pero en fútbol aún no sabemos qué significa, es un canto-ritual catártico, onomatopéyico y, sobre todo, nos deja ver como somos. Celebramos los goles como celebramos el mejor poema de Borges, la más ardorosa metáfora de Alfonsina Storni, el poema más complejo de Vicente Huidobro o la más dolorosa palabra de Pessoa. El fútbol es el heterónimo perfecto para aludir a la casa de la locura, del ser y del poema. La literatura, como el fútbol, es indefinible en lenguaje porque ambos desbordan el ámbito de la lengua humana: son kairós. De eso hablan y dicen los afectos entre el fútbol y la literatura, de los encuentros y circunstancias en las que jugamos con el pie pero el corazón es el que sigue los ritmos cambiantes del partido (“dinámica de lo impensado”, como define el fútbol Dante Panzeri).
Y volvemos al ritual de los martes a las 6. La recocha entre “color y blanco”. A esta hora, como todos los martes, habitamos la otra casa, la del fútbol. Esa recocha que comienza desde el día anterior cuando escogemos los guayos, las medias, el color de la pantaloneta y la camiseta para compartir, después, una buena cerveza, o dos, o tres, de acuerdo con el resultado del partido y con las sorpresivas, emocionantes y descaradas jugadas. Recuento del partido, palabras compartidas, compilación de sensaciones y despedidas de desafío para el próximo partido. Palabras, lenguajes y más palabras. Mientras tanto, esperamos a que llegue la que siempre nos lleva, la indeterminada, la que elige, la que nos da pánico nombrar, pero ojalá que nos atrape en una cancha de fútbol o leyendo los textos de Santiago y de Catalina. El arco es la casa del balón, en cuyo grito habita el ser humano que hace goles.
* Juan Carlos Rodas Montoya
Y volvemos al ritual de los martes a las 6. La recocha entre “color y blanco”. A esta hora, como todos los martes, habitamos la otra casa, la del fútbol. Esa recocha que comienza desde el día anterior cuando escogemos los guayos, las medias, el color de la pantaloneta y la camiseta para compartir, después, una buena cerveza, o dos, o tres, de acuerdo con el resultado del partido y con las sorpresivas, emocionantes y descaradas jugadas. Recuento del partido, palabras compartidas, compilación de sensaciones y despedidas de desafío para el próximo partido. Palabras, lenguajes y más palabras. Mientras tanto, esperamos a que llegue la que siempre nos lleva, la indeterminada, la que elige, la que nos da pánico nombrar, pero ojalá que nos atrape en una cancha de fútbol o leyendo los textos de Santiago y de Catalina. El arco es la casa del balón, en cuyo grito habita el ser humano que hace goles.
* Juan Carlos Rodas Montoya
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