sábado, 18 de junio de 2016

Honrar a padre y madre




Nanas de la cebolla - Serrat



"Si quieres que tu hijo sea bueno, hazlo feliz, si quieres que sea mejor, hazlo más feliz"
El olvido que seremos - Héctor Abad Faciolince   





Honrar a padre y madre era el cuarto mandamiento que, sin duda, de niños nos parecía uno de los más comprensibles; al menos para mí lo era, en esa época en que debíamos recitar ese decálogo de 'pe a pa' antes de confesarnos y hacer la primera comunión. La mayoría de nosotros, los muzulmanes, crecimos dentro de la fe católica, así después, de adultos, cada quien haya optado por las creencias que consideró apropiadas. En resumidas, a los 7 u 8 años, honrar a padre y madre se reducía a obedecerles, no contestarles de forma grosera, abstenerse de hacer gestos de desacuerdo cuando se nos daba una orden y después de todo eso, seguir queriéndolos. El asunto no resultaba tan difícil la mayoría de las veces. Más complicado, para mí, era eso de no jurar su santo nombre en vano, no codiciar bienes ajenos, no fornicar y uno que otro más que se me escapa de momento. Ese verbo honrar no era lo suficientemente claro para mí, pero sentía  que más o menos llenando esas básicas exigencias, yo podría sentirme una buena hija y una respetuosa de ese mandamiento que todos parecían ser capaces de cumplir.

Cuando los tiempos fueron pasando, en la adolescencia, ya empezó a ser más difícil manejar la situación. Habíamos sido ilustrados con cuanto cuento nos repetía la abuela e incluso mi mamá, sobre los castigos divinos que llegaban a quienes ignoraban los mandatos de los padres, como le había ocurrido a quien en algún momento se atrevió a levantar la mano en actitud de pegarle al padre y había quedado con la mano paralizada en esa posición, por el resto de su vida; o la niña que subiendo los hombros, como queriendo decir “a mí qué me importa", se había quedado también tiesa con los hombros levantados, y otras cuantas historias ejemplarizantes. Yo hice mis ensayitos y descubrí que no pasaba nada de eso y pensé que quizás Dios, siendo tan bueno, había hecho una especial concesión conmigo. Esa adolescencia, en todo caso caso, se fue llenando de pecados contra el cuarto mandamiento. Confieso que fueron tantos, que no pude volver a confesarme. Con qué cara???

Más adelante los pecados siguieron aumentando y hubo un punto de no retorno. Me rebelé completamente frente a la autoridad paterna y terminé rompiendo con una cantidad de condiciones con las que me había sentido amarrada durante mi infancia y adolescencia. Cargaba un montón de culpas a cuestas cuando empezaba a hacer mi vida adulta, y todavía el significado del verbo honrar seguía siendo para mí una especie de enigma.

Pasé mi vida celebrando el día del padre y de la madre sin cuestionar mucho esas celebraciones. Cuando inventaron el del padre, me pareció lo más razonable, porque yo pretendía ser una de las que abogaba por la equidad. Si se celebraba el de la madre, era claro que debía celebrarse el del padre. Fue apenas en 1966 que en Estados Unidos se formalizó el día, y como nosotros tendemos a copiar todo lo que el país del norte hace, empezamos también a celebrarlo. Todavía no estaba muy segura de haber comprendido a fondo el verdadero sentido de esta festividad y de otras que fueron apareciendo después; hubo necesidad de crear el día del niño, el de la secretaria, del médico, del dentista, el ingeniero, el abogado y así sucesivamente. Hoy por hoy tienen su día: el árbol, el agua, la tierra, el medio ambiente, y los 365 días del calendario, se nos van quedando cortos para las celebraciones.



Benicio Estrada C - Cortesía familia Estrada


En mi época de colegio se celebraba el de la madre exclusivamente y la función en el colegio se llenaba con recitaciones, cantos, alabanzas y se repartían claveles blancos y rojos. Cuando empezó a celebrarse el del padre yo ya no estaba en edad escolar. Después, en los colegios se institucionalizó el día de la familia y se fue acomodando el asunto. Yo continúe festejando en mayo el de la madre y en junio el del padre; cuando ya convertida en madre empecé a darme cuenta de la responsabilidad de tener una familia, comprendí el verdadero sentido de estos reconocimientos y valoré mucho más los sacrificios y esfuerzos que habían hecho tanto las madres como los padres para levantar sus familias.  

Finalmente mi vida fue llegando a esa etapa en la que mi par de viejos empezaron a envejecer y a declinar. Ya había conocido una buena parte de la historia de mis ancestros, valorando también el trabajo de los abuelos para sostener esa rama del árbol familiar y entender que yo era parte de este. Fui comprendiendo las equivocaciones de mis padres y las mías y se inició un proceso de sanación y mutuo perdón. Pude al final de sus vidas reconocerlos como esos seres especiales que escogí para venir a este mundo a completar las tareas y aprendizajes que me han convertido en quien soy. 



Padre e Hija - Juan Fernando y Venus Cháves


Lo cierto, después de todo, es que llegando a esta última celebración, ya siendo abuela, he logrado comprender que ese cuarto mandamiento va mas allá del respeto por las guías que nos daban, o del afecto porque sí; que "honrar a padre y madre", en mi opinión, es un proceso logrado al reconocerlos como seres humanos, aceptarlos y amarlos mas allá de la muerte, respetando, agradeciendo y valorando  lo que de  ellos recibimos para estructurar nuestro código personal y poder transitar por este mundo. 

Que si hay padres buenos o  malos, que si unos merecen y otros no, que unos fueron ausentes, que otros abandonaron, que dieron y que no. Todos ellos aportaron a la vida nuestra lo que por sus condiciones les fue posible dar. Este día del padre es ese momento del año en el que les agradecemos el haber hecho posible nuestra existencia.  

A los padres que hoy día nos leen, un reconocimiento especial y un pensamiento de gratitud infinita para los que ya no nos acompañan.




Ese que me dio la vida - Alejandro Sanz



jueves, 24 de marzo de 2016

Los nuevos días santos






La semana santa, para la mayoría de quienes vivimos en lo que llamamos occidente, tiene una connotación religiosa. Es la semana que, para todo el mundo cristiano en el que están incluídos católicos y todas las vertientes del cristianismo, representa una parte esencial de su historia; es la semana en que se recuerda la vida y crucifixión de Jesucristo. Sin embargo, no todas las religiones, ni todos los occidentales, hoy en día viven y celebran estas fechas de la misma manera. Con los cambios que el mundo globalizado ha ido teniendo, hemos tenido que irnos acostumbrando a convivir con personas que profesan diversas religiones, o ninguna, y con todas ellas, igualmente disfrutamos unos días de descanso y reflexión por esta época del año. Algunos se concentran en continuar fieles a sus creencias, siguiendo la tradición religiosa de sus padres, otros han adoptado nuevas creencias.  Es así como en el presente, esta semana se ha convertido en una de las temporadas en que la gente viaja y se desplaza  más, como en época de vacaciones.




En los tiempos en que crecí en el barrio, era raro encontrar una familia que profesara una religión diferente a la católica y por lo mismo, uno se acostumbraba a la idea de que estos días eran completamente dedicados a mantener los ritos de la iglesia. Yo apenas había escuchado algo de los protestantes, porque algunos miembros de mi familia, habían adoptado nuevas creencias y ahí comencé a darme cuenta de que no todo el mundo veía el mundo y vivía la religión de la misma forma. A medida que el tiempo fue pasando, fui comprendiendo que si bien era cierto que había unos pactos que existían entre la iglesia católica y el estado (el llamado concordato) que comprometía a la gente a matricularse en la iglesia católica, había muchas personas que de una manera independiente profesaban otras religiones y seguían tradiciones diferentes.



Hoy debo confesar que en aquellos tiempos,  me era muy difícil aceptar que hubiera personas que creyeran y pensaran de una manera diferente a la mía y a la de mi familia. En los colegios se enseñaba y se profesaba con exclusividad la religión católica y no había espacio para otras formas de espiritualidad. El mundo para mis ojos infantiles se dividía en buenos y malos, en católicos (creyentes) y protestantes, judíos y ateos (no creyentes). Ni siquiera habían aparecido en mi ingenuo panorama los musulmanes, budistas y demás. Los católicos, obviamente, eran los buenos y a ese mundo pertenecía yo. El otro mundo, era el de los malos, el de los que profesaban un credo diferente o no creían en el mismo Dios mío. La cuestión fue cambiando, el mundo se fue pareciendo más a lo que es hoy, y poco a poco yo fui abandonando mis antiguas creencias, no solo con respecto a las religiones, sino con respecto a las personas. La bondad y la maldad no eran ese asunto de ponerse del lado de los buenos en contra de los malos. Fui descubriendo que todos los seres humanos, profesando la religión que fuera, o sin ella, teníamos una parte que nos permitía ser seres humanos compasivos, solidarios, respetuosos y otra que en ocasiones hace que se nos salga el Judas y actuemos como los "chicos malos". Es decir que la maldad y la bondad, son dos polaridades que permanecen en nuestro interior y que solo depende de nosotros mismos el que cualquiera de sus expresiones se haga manifiesta en nuestras acciones y decisiones diarias.




Hoy en día, la vida nos viene enseñando a convivir con personas de todos los colores, nacionalidades y diversas formas de pensamiento religioso, político, filosófico y cualquier otra categorización que queramos hacer, y nos invita a respetar esas formas diversas y a unirnos por las semejanzas, en vez de dividirnos por las diferencias. Somos parte de una misma especie y como tales tenemos responsabilidades compartidas. Confío en que esta semana o estos días de descanso y de reflexión, nos ayuden a visualizar unos espacios de convivencia donde podamos caber todos, respetándonos mutuamente y procurando mirar en el prójimo sus acciones más nobles, antes de juzgarlo por sus equivocaciones. Seguramente esta práctica, nos irá llevando poco a poco a construir un barrio, un país, un mundo más grato para todos. 

Que el barrio de nuestros recuerdos se transforme en un espacio donde reine una convivencia ojalá mejor que la que disfrutamos en los viejos tiempos. Que sus nuevos habitantes y los viejos que todavía permanecen allí, logren establecer unas normas de convivencia y maneras de comunicación acordes con los tiempos actuales, despojándose de la violencia y agresividad que lleva sólo a acciones retaliativas y destructivas.

Que podamos disfrutar en paz estos días de reflexión donde quiera que nos encontremos. Y como dice el simpático "meme" que ha circulado por ahí, a manejar con precaución que no resucitaremos el domingo próximo... 





martes, 2 de febrero de 2016

El tiempo vuela


Joaquín Sabina


Hoy tengo la sensación de  que hace tan sólo unos días pasó Diciembre y que estamos apenas comenzando el primer mes del nuevo año. Me he entretenido por los días siguientes, como dejándome llevar de manera consciente,  de esa tradición nuestra de relajarnos y vagar un poco en esos primeros días,  mientras nos tomábamos en serio la llegada del nuevo año. Sin embargo, noto con un poco de sorpresa, que no sólo el mes de enero se terminó sino que va corriendo ya el de febrero. Me doy cuenta de que en realidad, el tiempo vuela y que, a medida que vamos envejeciendo, la percepción del paso del tiempo va cambiando....





Me puse a revisar esa vieja entrada sobre las cabañuelas escrita hace varios años, tratando de corregir errores tipográficos y colocando tildes que entonces no sabia cómo encontrar en el teclado y me he encontrado con un recuerdo de los pensamientos que ocupaban mi mente infantil y los comparo con los de ahora. Es verdad que se nos pasa la vida en un abrir y cerrar de ojos y que en menos de nada, el camino se ha terminado y uno está a punto de  despedirse de su familia, de todos sus seres queridos, de amigos y conocidos y se pregunta ...¿Qué pasó con mi vida? ¿Dónde quedaron mis sueños? ¿Qué fue lo qué hice con esa cuenta de días que me depositaron al nacer y que creía que era una cuenta sin fin? Pasan por mi cabeza, tantas preguntas como respuestas en estos días que van quedando contados. Quiero vivirlos productivamente de alguna manera y deseo compartirlos con ustedes, quienes han sido la razón de esta página.





En algunas ocasiones, he tenido la oportunidad de conversar con algunos de ustedes y me me han expresado su gratitud por haber creado este espacio al que han acudido muchos de tantos viejos amigos y conocidos. Ha sido un lugar de reencuentros y es imposible predecir qué tan larga será esta historia. Hoy solo quiero aprovechar este momento, para darles las gracias y expresarles, como lo he hecho con quienes he podido, que este ha sido un camino  que hemos recorrido juntos y que si algunos han sentido además este espacio como un refugio en el que pueden recrear algunos momentos de soledad y ocio, yo igualmente he recibido como beneficio, el haber encontrado tanta gente buena respaldándome y animándome. Esta tarea fue convirtiéndose para mi en una responsabilidad divertida y he ganado muchísimo al sentirme útil de alguna manera para ustedes, mis amigos muzulmanes, quienes se toman el trabajo de leerme, pero además,  porque a través de toda esta recopilación de historias recordadas, he elaborado el inventario de mis días, un trabajo para mi, verdaderamente esclarecedor e importante.

Hoy podría preguntar como en aquella canción de Joaquin Sabina...¿Quien me ha robado el mes de enero? 




Nuestros hijos y nietos, estarán regresando a sus quehaceres. Unos a sus trabajos, otros a sus colegios y algunos más, estarán estrenando morral nuevo y uniforme para pisar por primera vez un aula de clase....es verdad que el tiempo vuela, que la vida pasa como un huracán  y nosotros somos simplemente unos viajeros en ellos.... 

Los invito a volver a leer la entrada vieja, para recordar esos tiempos.

http://muzulmanesenelmundo.blogspot.com/2012/01/las-cabanuelas.html

jueves, 24 de diciembre de 2015

Pérdidas y ganancias



Hace un año, por esta misma época, evocaba una vieja experiencia que tuve cuando decidí explorar la terapia de regresión a vidas pasadas, en una búsqueda más por conocer y descifrar un poco mis conflictos y mi vida personal. Recordar aquella inolvidable sesión y compartirla aquí con ustedes, resultó para mi renovador y enriquecedor, sintiéndome muy consciente también del precioso momento que por entonces estábamos por experimentar mi familia y yo: la celebración de la última navidad con nuestra madre.

Hoy tras un año lleno de duras y dolorosas pérdidas, rescato, lo que ha quedado en medio de los escombros,  nuevamente como un ejercicio colectivo, invitando a mis amigos, ustedes, a que en estos días de especial reflexión, podamos hacer un balance que resulte positivo para comenzar el que viene en las mejores condiciones posibles.
Sé que todos de una manera u otra hemos tenido un 2015 difícil. ¿Cual no lo es?  Muchos de nosotros hemos tenido que pasar por la despedida y pérdida de alguno(s) de nuestros seres queridos. Hemos pasado por enfermedades, por pérdidas dolorosas, emocionales, materiales, laborales, que en ocasiones nos colocan frente a un panorama oscuro y desolador. Cuando nos lo han informado, aquí hemos tenido la oportunidad de acompañar a nuestros amigos en sus momentos de pérdida. Hoy pretendo que ese recurso de poner en la balanza lo que la vida nos ofrece, lo utilicemos antes de emprender nuevos retos, para que juntos demos un paso adelante con fuerza, con esperanza y alegría, cuando llegue el momento de darle una vuelta a la última página del calendario, en los próximos días.




Esta navidad, para muchos de nosotros, como en el caso de mi familia, será el primero sin alguno de nuestros importantes seres queridos, para otros será el último que vivamos junto a ellos y el primero para los que recién llegan a esta vida. Quiero hacer énfasis en el primer grupo, porque sé que es el de los que están en estos días en condiciones de mayor vulnerabilidad. Esos primeros aniversarios, primeros cumpleaños sin ellos, primera navidad, primer día de la madre o del padre, siguientes al fallecimiento de uno de nuestros seres queridos, nos devuelven un poco a esas emociones de tristeza que creíamos haber superado tras la muerte de nuestro amigo o familiar. Son realmente difíciles y especialmente para aquellos que todavía viven una de esas etapas del duelo en las que es muy temprano para conciliar de nuevo con la vida. Mi especial invitación va para que acompañemos a estos amigos en su difícil momento, sin juzgarlo y sin forzarlo a experimentar lo que nosotros hemos ya superado, o lo que para nosotros resulta incomprensible. Permitámonos sentir la tristeza y permitamos que quien la sienta la experimente sin tener que negarla u ocultarla, pero acompañémoslo. No es este un buen momento para dejar aislado a quien ya se siente suficientemente solo. Un abrazo, un rato de compañia, unos recuerdos compartidos, pueden hacer mucho en el corazón de quien se siente aún sin hoja de ruta en este difícil transcurrir de la vida.
Tras experimentar el alivio de pasar estos días sin ese ser querido, o sin lo que hayamos perdido, podemos permitirnos sentir el vacío que queda tras eso y dar espacio a lo positivo, a lo que está por venir y entonces, en otro esfuerzo más, lograremos diseñar una nueva etapa de nuestra vida, un nuevo año, enfocándonos en lo que tenemos por ganar, por lograr, por alcanzar. La vida entonces, nos mostrará los nuevos retos y las posibilidades de seguir derivando felicidad de las pequeñas cosas que hay a nuestro alrededor. Esa será nuestra enorme ganancia...

Quizás el 2016, si nos lo proponemos, será el año de ser más felices y de tomar más conciencia de lo que significa estar aún vivos. Doy gracias a todos por su solidaridad y amistad durante este 2015 y les deseo mucha paz y tranquilidad durante estos días restantes del año...


Última Navidad con mamá...

Mientras finalizaba este escrito, me contactaba Luis Edmundo Ruiz Arias, nuestro querido Mundo, reportando lo que había ocurrido tras su tragedia. Los tres primeros días, me decía, fueron de mucha tristeza, contemplando la devastación causada por el fuego en su vivienda. Luego, me comentaba, que el haber sentido nuestra compañía, las llamadas de amigos y conocidos dándole ánimo y el dinerito que entre todos logramos hacerle llegar, se puso al frente de la situación con más tranquilidad; en este momento, parte de su pérdida se ha transformado y nos da las gracias y yo con él, por haber respondido de manera tan efectiva a ese llamado de solidaridad que hicimos. La vida, con seres humanos que se tienden la mano en momentos de necesidad, vale la pena y tiene sentido. Esta noticia, al menos para mí, ha sido un verdadero regalo de Navidad que no puedo dejar de compartir.

Gracias...gracias....gracias!!! 



Silent Night - Enya

lunes, 7 de diciembre de 2015

Faroles y velitas...



La noche de los faroles y las velitas, una tradicion de origen religioso, que recordamos hoy y que da comienzo a las fiestas decembrinas. 




Aunque ya ha transcurrido la primera semana de diciembre, prácticamente es a partir de este lunes festivo que damos salida oficial a esas emociones que nos conectan con recuerdos, tradiciones y fiestas de fin de año de nuestra infancia y juventud y que ahora hacen parte del presente que vivimos con nuestras familias reales o adoptadas, dependiendo del lugar del planeta hacia el cual, los antiguos muzulmanes hemos ido desplazándonos.

Cada quien, de acuerdo con sus valores, creencias y circunstancias, ha ido transformando ese bagaje cultural que recibió y lo ha transferido a las nuevas generaciones. Todos, o por lo menos muchos de nosotros, podríamos aseverar que los diciembres de nuestra infancia y juventud fueron los mejores. Esto significa que lo que vivimos fue valioso y que eso que recibimos debemos agradecérselo a la vida, a nuestros abuelos y padres; pero, en mi opinión, no podemos comparar nuestras vivencias con las de las nuevas generaciones, porque nuestros hijos y nietos, hoy viven unas condiciones diferentes a las nuestras y estaríamos incurriendo en un error al hacer comparaciones; el mundo no es estático y ha ido cambiando rápidamente, para bien o para mal, y cada quien ve las cosas según lo que le haya tocado vivir.




De todo esto, lo que nos queda es recordar con alegría y gratitud lo que nos correspondió vivir de niños y jóvenes, valorando y apreciando también lo que tenemos ahora. No podemos quedarnos atados al pasado, añorándolo y perdiéndonos la oportunidad de disfrutar los tiempos que ahora como adultos mayores, como padres o abuelos, podemos disfrutar al lado de nuestros seres queridos, respetando unos y otros nuestras creencias, que en resumidas es lo que nos trae esta época del año.
Que podamos iniciar el próximo con nuevas perspectivas y unas metas ojalá cada vez mas claras y que podamos hacer de cada día un grato recuerdo, no sólo para nosotros, sino para todos los que hacen parte de nuestro entorno.


Niños bilingües e internautas


Muchos de nosotros estaremos quizás lejos de nuestra familia, otros estarán atravesando circunstancias personales difíciles, pero por encima de todas estas situaciones, confiemos en que si hemos podido llegar tan lejos con la poca experiencia que teníamos, seguramente con lo que hemos logrado hasta el momento, podremos llegar a buen puerto y enfrentar los retos del año próximo con seguridad, optimismo y alegría.  

Contagiémonos del buen espíritu navideño, no para darle gusto y complacer a los negociantes que hacen de nuestras miserias sus fiestas; que los espejismos del consumismo no nos absorban y que podamos disfrutar un descanso de fin de año, de la mejor forma posible. Propongámonos ser felices con lo que tenemos y sintamos la alegría de compartirlo con alguien más. Esto nos dará verdaderas satisfacciones y contribuiremos a hacer de este mundo un lugar, seguramente más placentero, aunque sólo sea a base de pequeñas acciones individuales. Definitivamente, esta época del año es una de las más propicias para ejercitarnos en el arte del dar y el recibir. A algunos nos resulta mas fácil dar y a otros recibir, pero estas dos practicas, sin duda, son aprendizajes importantes en la vida.

A todos mis amigos muzulmanes, anticipo un especial saludo de navidad y una feliz y tranquila temporada de fin de año y los invito a que nos cuenten y envíen fotos desde donde se encuentren, para conocer como se celebran estas fiestas en cada lugar.





domingo, 1 de noviembre de 2015

No te mueras con tus muertos

"Así es -suspiró el coronel-. La vida es la cosa mejor que se ha inventado." - Gabo


Si la muerte pisa mi huerto - Serrat

No te mueras con tus muertos...

La vida y la muerte, esas dos caras de la moneda que siempre han constituído el motivo de tantos ratos de reflexión, duda, discusión, de razones para componer música, escribir libros, poemas, pintar y crear, no dejan de ser, a pesar de todos los avances de la ciencia y los progresos de la tecnología, los que agoten nuestro interés. Sigue siendo nuestra breve existencia, todo eso que logramos hacer, sentir y pensar en ese lapso de tiempo que transcurre desde nuestro nacimiento hasta nuestra despedida, cuando nos llega el momento de la muerte.

Que si hay vida después de la muerte, que si hay vida antes de la vida, que si hay vida antes de la muerte, todas esas discusiones las dejaremos por ahora y que sea cada uno de ustedes, mis amigos, quienes quieran ocupar parte de su tiempo en resolver esos interrogantes. Hay muchas opiniones y posiciones éticas, filosóficas, religiosas en torno a todo esto, pero solo hay algo que personalmente me interesa de momento. Es el qué hacer con nuestra vida, después del fallecimiento de un ser querido. 

Nunca antes, para esta fecha, se me había ocurrido escribir algo acerca de la muerte, ni he tenido por costumbre realizar rituales ni festejos de ningún orden en este día; pero este año, quizás por haber sido uno en el que tuve que despedir a mi madre y a una segunda madre, que fue mi tía, además de haber acompañado en el mismo proceso a todos los amigos muzulmanes que durante este periodo de tiempo lo hicieron con sus seres queridos, he decidido compartir este fragmento del libro "No te mueras con tus muertos" del psicólogo y escritor argentino René Juan Trossero. Dicho fragmento, fue descubierto por mí, justo en los días en que iniciaba el duelo por la pérdida de mi madre. Hoy como una manera de honrar a quienes ya no están, pero que ocupan un espacio en nuestro corazón y nuestra memoria, lo comparto con ustedes. Las palabras del escritor, en su momento, me tocaron profundamente y las hallé reconfortantes.
Sé que aquí publicadas, pueden acompañar a quienes se encuentran atravesando esta etapa difícil de la vida.

Hubiera querido dedicar una nota particular, a cada uno de esos amigos queridos que recientemente fallecieron, pero más que para ellos, que ya no las necesitarán, para sus familias, van con todo mi respeto y consideración estas palabras y para todos en general, ya que tarde o temprano tendremos que enfrentar nuestras pérdidas. 


No hace mucho tiempo, una muchacha del barrio, refiriéndose a la frecuencia con que estaban ocurriendo fallecimientos de personas allegadas al barrio, comentó: "Oigan pero esta página de los muzulmanes, si se ha vuelto es como una sección de obituarios, no?" Un tiempo después, aunque ella era una persona bastante joven, hizo parte de esa lista de amigos queridos a quienes tuvimos que despedir. La muerte siempre nos sorprenderá, aunque vivamos preparándonos para recibirla... 


Gustav Klimt

¿Sabes que cuando lloras a tus muertos, lloras por tí y no por ellos?
Lloras porque los perdiste, porque no los tienes a tu lado.
Porque, si todo concluye con la muerte, tus muertos ya no están, ni siquiera para sufrir por haber muerto; y si la vida continúa, más allá de la muerte, ¿por qué apenarte por tus muertos?
Cuando hayas terminado de aceptar que tus muertos se murieron, dejarás de llorarlos y los recuperarás en el recuerdo, para que te sigan acompañando con la alegría de todo lo vivido...
No te mueras con tus muertos! Recuerda que donde ardió el fuego del amor y de la vida, debajo de las cenizas muertas, quedan las brasas esperando el soplo, para hacerse llamas.
Si dices que, sin tus muertos, tú no puedes seguir viviendo, no digas que es porque los amabas tanto, sino por cuánto los necesitabas, (y no es lo mismo amar que necesitar). Si lo aceptas así, tal vez descubras, para tu crecimiento, que tu vida consiste en ser tu vida...Y no en la de otros!
No frenes tus lágrimas cuando llegan, ni fuerces el llanto cuando se alejan. No dejes de llorar porque alguien lo reprueba, ni te obligues a llorar porque si no: "¿Que dirán los otros?" Respeta tu dolor y tu manera de expresarlo.
No te mueras con tus muertos; déjalos partir, como parten las golondrinas en otoño, para anidar en otros climas y volver más numerosas y crecidas en otra primavera.
Las lágrimas que ocultas, el dolor que escondes y la protesta que callas, no desaparece; quedan al acecho del momento en el que puedan estallar. Y es mejor que lo vivas todo a su tiempo y en su hora.
Es común que las personas guarden buena cantidad de culpas para reprocharse ante sus muertos. No lo hagas contigo! Tus muertos no ganan nada con tus insomnios de remordimientos. Ámalos ahora; recuérdalos con amor, y, quizás, si ganen algo...

Como otro nacimiento...

Tú y yo solo vemos una cara de la muerte, la del otro lado se nos escapa. Si desde el seno de tu madre hubieras visto nacer un hermano, creo que lo hubieras llorado como muerto, hasta nacer tú y reencontrarlo.
Que sentirías si miraras la muerte como otro nacimiento...?

No te mueras con tus muertos; déjalos que vayan como esta semilla que se lleva el viento, no por capricho de llevarla, sino para sembrarla en algún lado, aunque tú no sepas dónde…
No te castigues, encaprichada y resentidamente, prohibiéndote gozar de la vida porque perdiste un ser querido. Tu tristeza te destruye a ti, sin beneficiar a tus muertos. Y, cuando ellos partieron, no se llevaron contigo tu derecho a gozar de la alegría de la vida.
Tus muertos tenían sus falencias; no sigas culpándolos por tantas cosas...
Los muertos no pagan deudas!
Perdónalos, si es necesario hacerlo, dejándolos en paz a ellos y liberándote tú para vivir tu vida.




A la hora de cosechar...

Tus muertos no están en el cementerio. Nunca estuvieron ahí, salvo cuando estaban vivos. Me preguntas donde están...?
Y no puedo responder por tí. Sé dónde están "para mí" los míos; pregúntate tú a tí mismo donde crees que están "para tí" los tuyos.
El cementerio es como un surco donde se arrojan las semillas. Ningún sembrador vuelve a remover la tierra para buscar las semillas ya sembradas; regresa al campo a la hora de cosechar espigas...
No te mueras con tus muertos. Diles tu adiós esperanzado, como despides el sol en el ocaso, la luna y las estrellas en la aurora, sabiendo que a su turno y a su hora, todos volverán hacia tu encuentro.
Estos días de dolor profundo, grises de tristeza, de soledad y de silencio, son como el tiempo del invierno para las plantas... Pero confía en la vida, que es siempre más fuerte que la muerte, para que retoñe su alegría y florezcan tus ganas de vivir.

...que te contagien su alegría...

No te rebeles frente a la alegría ajena.
No pretendas que todos se mueran con tus muertos; que cada uno lleva su peso con llorar lo suyo. Y es mejor para tí que te contagien su alegría y sus ganas de vivir, y no se hundan contigo en el pozo de tu pena.
No te mueras con tus muertos! llévalos vivos en tu amor y vive con ellos en tus recuerdos.
Sería triste y penoso que tú te dejaras morir y ellos siguieran viviendo...!
Mientras esperas que tus muertos regresen como si no hubieran muerto, les impides volver de otra manera, a ocupar un lugar en tu corazón y en tu recuerdo.
Es una ley de la vida: no se goza el despertar de la aurora sin pasar por la muerte del ocaso.

...andando tu camino...

Tus muertos se van por una puerta, que tú no puedes trasponer ahora porque se cerró tras ellos.
No los esperes ahí..!
Despídelos, para que puedas correr y espéralos llegar por otra puerta, al final de tu duelo!
Si buscas un camino para reencontrarte con tus muertos, no los busques, llorando, en tu pasado; búscalos más bien esperanzado, andando tu camino, hacia el futuro.


Picasso

Despedida

Te amé y te amo, por eso tu partida me hace sentir tu ausencia y te recuerdo con dolor y pena.
Acepto tu derecho a partir, a tu hora y sin mi consentimiento.
Acepto mi dolor al extrañarte y este enojo inexplicable, porque al partir me abandonaste.
Sé que no fui perfecto contigo, pero fue mi vida, lo que me fue posible, por eso quiero despedirte sin quedarme con culpas por el pasado.
Sé que no fuiste perfecto, pero no te culpo por nada; fue tu vida, lo que te fue posible, y no quiero vivir reprochándote culpas que ya no sientes.
Te extraño, y me parece imposible poder vivir sin tu presencia. Porque te amé y llegué a necesitarte; y ahora quiero aprender a amarte sin necesitar tenerte a mi lado; quiero que mi amor no muera sino que madure y crezca. Y aunque sienta que te necesito, sé que no te necesito porque mi vida tiene su autonomía y su propia consistencia tan claramente como sé que viví antes de conocerte y que podré vivir cuando ya no te tengo.
Si decidiste partir, aquí estoy para despedirte. Nada ganaría con empecinarme en creer que no te fuiste. Me siento con derecho y con obligación de seguir mi vida. No quiero morir contigo, porque tú no ganarías nada, y no te mostraría con eso el amor que te he tenido sino cuanto te he necesitado.
Hoy te lloro triste y apenado, angustiado y deprimido, y me lo permito así, porque así lo siento, pero, y aunque me cuesta decírtelo, sé que mañana, muy pronto, volveré a vivir el gozo de la vida, llevando conmigo tu recuerdo y también tu compañía...
Mientras te digo todo esto, me parece imposible que te hayas ido y busco inútilmente explicaciones. Mejor, acepto la realidad, y te despido.




Cuando me vaya - Serrat