Cerré los ojos y todo se hizo claro. La casa que habitábamos mis padres, dos hermanos menores y yo, era una simple cabaña en medio de un bosque cubierto de nieve en una zona montañosa. El frío era casi insoportable, pero parecía más crudo aún, cuando teníamos, como ese día, el estómago vacío. La pobreza era nuestro mayor abrigo y esa noche ni siquiera había leña para poner en el fuego y lograr un poco de calor. Observaba la cara de angustia y desconsuelo de mi madre y mi padre permanecía casi inexpresivo, un poco ya ausente. Los días avanzaron, no muchos y de nuevo la familia estaba reunida para asistir al funeral de mi padre. Yo tenía unos diez, cuando más, doce años y llevaba de mi mano a uno de mis hermanitos. Mi mamá llevaba al más pequeño y algunas muy pocas personas la rodeaban de afecto y compasión. Luego ocurrió lo inevitable. Mi mamá tuvo que colocarme en una casa donde me recibieron para desempeñarme en algunos quehaceres domésticos, los que con mi poca edad podía realizar. Aún ahora, cuando cierro los ojos y recuerdo ese momento del desprendimiento de mi madre y mis hermanos, después de sentirme huérfana de padre, se produce un escalofrío que recorre mi cuerpo. Mi vida ya era lo suficientemente triste para entonces. La familia que me acogió fue buena y procuró brindarme el cobijo y la comprensión que me permitieron continuar viviendo. Transcurrieron mis siguientes meses sintiendo la ausencia de mi verdadera familia, extrañando a mis hermanitos y preocupada pensando en la suerte que todos ellos habrían tenido tras la muerte de nuestro padre. Nunca más supe de ellos.
El siguiente invierno llegó y la enorme casa donde ahora trabajaba cambiaba todo su aspecto por esta época. Muchas luces se encendían, en contraste con nuestra vieja cabaña en las montañas, donde mi papá vivió trabajando como leñador; allí la poca luz que había era la que se encendía a través de una vieja lámpara de aceite y la que desprendía la leña que se ponía en una especie de chimenea dentro de la casita y que era lo que nos proporcionaba algo de calor durante los prolongados inviernos. Esa noche de invierno en la casa se esperaba la llegada de muchos invitados. Todos los salones se habían dispuesto con grandes bandejas de comidas especiales y largos manteles.
Yo había participado en todos los preparativos incluyendo, desde luego, el aseo y la decoración de la casa. Estaba cansada y en la primera oportunidad que tuve, mientras por una ventana observaba la llegada de los miembros de la familia que iban llegando muy sonrientes y adecuadamente abrigados para protegerse del intenso frío, permitía que mis pensamientos volaran recordando a mi familia a quien ya hacía un año no veía. Mis ojos se fueron llenando de lágrimas y el llanto se convirtió en un mar incontenible de tristeza y soledad. Cuando creía que me ahogaría en mi propio llanto, escuché de pronto una voz que mis oídos reconocieron inmediatamente. Era claramente la voz de mi padre. No había nadie conmigo cuando logré abrir mis ojos para ver donde estaba él. No había nadie. El era solo una presencia, algo que yo no veía, pero que sentía. Lo que ocurrió enseguida, sólo lo pude comprender yo, quien en ese momento me estaba dando cuenta de que ese padre que había muerto, ese pobre, miserable y enfermo leñador que había fallecido, era el mismo padre que yo tenía ahora en esta vida desde la cual narro. El me abrazaba y me decía. "No llores por mi ausencia, yo estaré siempre contigo. No desperdicies tu llanto, ni permitas que la tristeza invada tu corazón. Disfruta lo que en esta vida tienes, anda, sécate las lágrimas y participa de esta fiesta de navidad con la demás gente y sobretodo, no olvides que siempre estaré contigo." Como por arte de magia, mi tristeza se desvaneció y aunque yo continué llorando, en ese instante, el llanto era de felicidad al comprender que mi padre había regresado de otra manera para hacerme compañía una vez más.
Yo me hallaba sentada en uno de los consultorios del Instituto Weiss, donde atendían el doctor Brian Weiss, renombrado psiquiatra autor de varios libros y difusor de la terapia regresiva, y algunos de los profesionales que eran sus colaboradores. Después de un breve diálogo entre mi terapeuta y yo, en lo que se llamaba la integración de la regresión a la vida presente, abrí mis ojos para concluír la hipnósis y mi sesión del día. Era víspera de navidad, una de las primeras que yo pasaba en este país y lejos de muchos de mis seres queridos. Salí del consultorio supremamente emocionada y dispuesta a lograr que aquella fuera una navidad inolvidable. El día que volví a ver mi padre y le relaté esta historia, nos abrazamos y a los dos se nos escurrieron las lágrimas. El parecía feliz de sólo pensar que en otra vida el pudiese haber sido también mi padre.
Finalicé mi terapia de regresión con algunas otras experiencias que a lo mejor un día me atreva a relatar, pensando que así fuera mi subconsciente quien reprodujera esas imágenes como sacadas de una película que se fabrica en el interior de mi mente, la parte terapéutica para mí rescatable, era la de las conclusiones que ya a nivel consciente, yo podía elaborar y que eran positivas para mi vida presente. Quiero anotar, para finalizar, que la razón de esa consulta había sido explorar los motivos por las cuales yo sentía una fobia y una gran melancolía durante la época de fin de año.
Comparto con ustedes hoy esta experiencia, que para mi fue como un gran regalo de navidad para el resto de mi vida, deseándoles un final de año lleno de tranquilidad, independientemente de los ritos o tradiciones que cada quien realice durante estos días.
"La vida es como montar en bicicleta. Para mantener el equilibro hay que seguir pedaleando". Albert Einstein
Cortesía de Luis Miguel Estrada
Cuando decidí empezar a escribir un poco sobre el ciclismo en el barrio, ese deporte que como otros, genera tanta pasión, tuve que remitirme un poco a la historia de la bicicleta, para entender mejor porqué este artefacto de propulsión humana, además de ser tan útil, resulta tan atractivo no solo para quienes practican este deporte y para quienes sentimos admiración por el mismo, sino también para casi todos los seres humanos.
La historia nos cuenta sobre la evolución de la bicicleta desde tiempos remotos en China, Egipto y diversos lugares a donde se remontaría el origen de los primeros carruajes, pero fue finalmente en Escocia donde se creó y se patentó la primera bicicleta de pedales, como la que conocemos hoy en día.
¿Que pasaría por la cabeza de ese herrero escocés, Kirk Patrick Macmillan, quien en 1839 creó la primera bicicleta con pedales de la que se tenga conocimiento? ¿Cuántas fantasías cabrían en esa mente inquieta mientras se dedicaba a su oficio para generar, seguramente, el sustento para él y su familia? ¿Imaginaría este personaje siquiera que el resultado de sus inquietudes quedaría como herencia para toda la humanidad? Esto me llevó a reflexionar sobre la influencia que tiene lo que hacemos a lo largo de nuestra vida en el resto de seres humanos con quienes tenemos algún contacto desde que nacemos.Quizás no todos tengamos ese toque de genialidad para lograr inventos que transformen tanto la vida, pero si estoy segura de que nuestras acciones impactan mucho la de otros seres humanos, muchas veces anónimos, sin que nosotros logremos siquiera percibirlo.¿Acaso Efraín "ElZipa" Forero, Ramón Hoyos Vallejo (primer escarabajo fallecido recientemente el 19 de noviembre de este año), Roberto "Pajarito" Buitrago, Martín Emilio "Cochise" Rodríguez, Patrocinio Jiménez, Rafael Antonio Niño,Lucho Herrera, Fabio Parra para mencionar solo unos pocos de los más veteranos, tendrán alguna idea de cuántos niños y jóvenes motivaron con sus actuaciones, con sus ejemplos de esfuerzo y superación?La lista de los que figuran en la historia del deporte nacional y que tantas alegrías nos dieron en su momento, como ocurre ahora con la nueva generación de escarabajos que compiten en los grandes escenarios europeos, dejando en alto el nombre del país y llenándonos de orgullo a todos los colombianos es larga, pero más aún, la de todos esos muchachos anónimos que crecieron con el sueño de ser ciclistas y que todavía hoy en día, siguen aferrados al amor por la bicicleta ...
Conozco a algunos de ellos; es a quienes dedico esta crónica y a quienes debo recurrir al mismo tiempo, para que me ayuden a completar la historia sobre lo que fue el ciclismo en nuestro Muzú de antaño.
Ramón Hoyos al centro y Benicio Estrada izquierda. Cortesía de Luis Miguel Estrada
Seguramente hay quienes mantengan en su memoria recuerdos mas frescos y precisos que los míos, que son sólo los de una niña algo brincona, que se interesaba mucho mas por las actividades al aire libre y especialmente las que podían realizar los niños. Pura envidia, debo reconocerlo! Ya anteriormente había mencionado que eso de inventar cocinados en ollitas y estufas de juguete y hacer de mamá de muñecas tiesas e inexpresivas, no se me daba mucho. Era lo propio de mi género, pero era mucho mas amiga de la aventura, del ejercicio físico, de ahí que disfruté mucho mi triciclo por algún tiempo y despuésviví con la idea obsesiva de encaramarme en una bicicleta, aunque fuera prestada y echarme a andar por las casi desoladas calles del barrio por aquel entonces.No eran muchos los niños que podían tener una bicicleta.Había que tener un hermano mayor que la tuviera, o gozar de influencias con algún vecino que estuviera dispuesto a prestarla, o que dispusiéramos de un dinerito (poco probable) para poder sacar una alquilada en los primeros bloques de tiendas, en el taller del señor Peña, más conocido como "Caregarra"
Primeras escapadas en triciclo
Por esa época se remontan mis primeros recuerdos. Corría por ahí el año 59-60. Nunca podré olvidar la tarde en que por fín tuve el placer de concretar mi sueño. La verdad no recuerdo si la bicicleta era de mi hermano, pero lo cierto es que era prestada.Finalmente pude montarme, sostener el equilibrio, pedalear por un par de cuadras y parar antes de irme de bruces contra el sardinel, en el difícil intento de girar sin tener que bajarme de los pedales.Paré, le dí la vuelta a la bici y me devolví triunfante!!! Lo había logrado....De ahí en adelante, cualquier chance que tuviera de sonsacar prestada la "bicicleta de la cuadra" no era desaprovechada. Mis incursiones fueron prosperando y llegó finalmente el día en que escapada, pude dar la vuelta saliendo de mi casa en la Calle 42 con la 47 A, hasta el Banco Popular, doblando hacia la esquina del semáforo, donde estaba la casa de los Gómez, darme mi vuelta olímpicamente por toda la avenida y regresar de nuevo a mi casa, donde el dueño de la bicicleta y los demás vecinos que esperaban su turno, protestaban y amenazaban con que no me la iban a volver a prestar por tramposa y haberme fugado.
Ciclismo femenino por los caminos de Muzu Cortesia de Luis Miguel Estrada
El furor que causaba el poder montar en una bicicleta era muy grande. Tengo que escribir la historia de una amiga que me confesaba un día rememorando anécdotas de la infancia, que ella después de muchos esfuerzos, logró reunir la platica para poder sacar donde "Caregarra" una bicicletica alquilada por una hora, aún sin haberse subido a una por primera vez.Pagó elalquiler, la recibió y sin saber cómo hacer, se la llevó caminando medio avergonzada, porque sabía que era peor encaramarse en la bicicleta e irse de nariz ante la mirada de los curiosos que había en el taller.Pasada la hora, y después de uno que otro intento y lejos de la mirada de los testigos del que parecía un inminente fracaso, finalmente logró su cometido.
Otro recuerdo que tengo con un final nada feliz, ocurrió un domingo en la tarde cuando yo, aprovechando que en la casa había visita de una tía que venía ocasionalmente, me salí con la bicicleta de la casa a montar por ahí al frente, sin ningún espíritu aventurero,mas bien sacándole el cuerpo a la visita; mi hermano menor, que en ese tiempo tendría unos 3-4 años, me pidió que le diera una vueltica. Yo como buena hermana, lo subí a la barra y le dí un par de vueltas, con tan mala suerte que cuando lo traía de regreso, el mocoso metió la pata entre los radios de la rueda delantera y en un santiamén la bici nos dio una vuelta que yo sentí como triple. Caí raspada y lastimada, peroel muchachito quedó con su patica enredada en la rueda y llorando, mientras mi papá, que desde la ventana observaba en cámara lenta la situación, pegó el carrerón, rescató a mi hermano, lo trajo para la casa, donde lo calmaron, lo consintieron y en medio de la visita, a mi me dio soberana paliza.Esto me pasa por lambona, me decía entre mí. Fue una injusta paliza que nunca pude olvidar. No obstante, mi gusto por la bicicleta jamás disminuyó; por el contrario, estoy segura de que si en esa época hubiera habido ciclismo femenino, sin duda alguna, yo habría sido una ferviente practicante.Cómo no contagiarse si cada año, la llegada de la Vuelta a Colombia era un acontecimiento de multitudes y por ende, uno de los programas que esperábamos con gran interés. De hecho, la vuelta del año 51, cuando recientemente se había inaugurado el barrio, tuvo como lugar de llegada la Escuela General Santander.
Las más importantes emisoras, desde sus transmóviles narraban día a día la etapa correspondiente, desde la salida hasta la llegada. Los locutores con su original estilo, se encargaban de transmitir no sólo los emocionantes detalles de cada carrera, sino toda la pasión que ellos mismos sentían, convirtiéndose cada llegada y sobretodo la última etapa, en una clase de histeria colectiva de la que grandes y chicos participábamos.
Familia Díaz esperando la llegada de la Vuelta a Colombia frente a la General Santander.
Nosotros en casa esperábamos escuchando la transmisión hasta cuando decían que el líder, generalmente en alguna fuga espectacular,venía por el Muña; ese era el momento en que todos nos movilizábamos... era la hora de salir hacia la Autopista Sur, para ubicarnos en un buen sitio para ver elpaso de los ciclistas. La familia entera, incluyendo los perros, salíamos a esperar el gran acontecimiento, gritando y animando el paso de todos los ciclistas que venían con una comitiva que encabezaban los motociclistas que con sus sirenas y luces iban abriendo paso, evitando que transeúntes imprudentes ocuparan la vía, obstruyendo el paso a los ciclistas que venían detrás. Luego entre lotes y lotes de corredores, se ubicaban los carros acompañantes y los transmóviles. Aquello era un verdadero espectáculo. Recuerdo en particular un duelo entre Roberto Pajarito Buitrago y Cochise en la llegada ...Yo, fanática declarada, por no decir que enamorada, porque la enamorada era Myriam, mi hermana, resulté muy frustrada, cuando Pajarito consiguió hacerse al puesto uno en el podio y mi pobre Cochise, tras una destacadísima actuación, quedó de segundo. Si él supiera cuánto me hizo gozar y sufrir....
Hay miles de historias y anécdotas que seguramente cada uno de mis amigos podría narrar sobre estas incursiones en el mundo del ciclismo. Antes de darle el turno a quienes tienen historias más interesantes, no quiero quedarme sin contar una de las más locas aventuras que terminaron felizmente, pero que hubiera podido concluír en doble tragedia familiar.La protagonizaron dos desatornillados: mi hermano Roberto y Memo Gómez, cuando decidieron irse de paseo a Melgar o Girardot en la bicicletica turismera de Roberto.La aventura de por sí ya era descabellada. Dos muchachitos encaramados en una insignificante cicla? Pero lopeor era que uno la manejaba y el otro iba en los manubrios y con la bicicleta sin frenos!! Subiendo y bajando por el Alto de San Miguel y el Boquerón....No me pregunten como llegó la suela de los zapatos del que frenaba, ni tampoco me pregunten a qué Vírgen o a qué Santos, Doña Lolita y mi mamá encomendaban a sus angelitos constantemente...
A continuación, presento a ustedes las respuestas a un cuestionario que elaboré a modo de sondeo, y que uno de los fanáticos más grandes que conozco, mi propio hermano Henry, se tomó el trabajo de responder y algunos comentarios adicionales de quienes quisieron hacer algún aporte al tema. Gracias también a Rubén Marulanda y a Luis Miguel Estrada, quienes nos facilitaron algunas de estas fotos. A todos ellos, de antemano, mil gracias!!!
Ruben Marulanda
Cuestionario
1. Cómo recuerdas tu primera experiencia ciclística y a que edad ocurrió?
Mi primera experiencia ciclística creo que fué apostando carreras en triciclo; hacíamos de cuenta que la vuelta alrededor del frente de nuestra cuadra era como una pista de carreras; no teníamos idea de como era un velódromo pero si imaginándonos una competencia de "persecución individual" con un contrincante a cada lado opuesto de la cuadra y así era "la carrera". El que llegara al otro lado primero era el ganador! Creo que esto fué alrededor de los 5 o 6 años de edad no estoy muy seguro, pero era edad de triciclo!
Algo que recuerdo vívidamente fué el asistir al evento importante en aquella época de infancia de ver pasar la llegada a Bogotá de "La Vuelta a Colombia". Tampoco estoy muy seguro de qué edad tenía, pero si recuerdo ser tan pequeño como para "colarme" en medio de las piernas de los adultos para poder ver pasar los ciclístas y principálmente "El Líder" que se distinguía por portar la camiseta de "El Tricolor" Colombiano! Recuerdo que la llegada de La Vuelta era por la Autopista del sur, frente a la Escuela de Policía y a este evento asistía tanta multitud, que ponían kilómetros enteros de manila con policías para controlar el público!
2. Cómo llegaste a convertirte en ciclista y quien o quienes te patrocinaban?
Fué bien difícil desde el comienzo porque aunque tenía el deseo de andar en bicicleta para arriba y para abajo, no tenía una bicicleta; pasé varios años anhelando tener una. Fue ya cuando tenía como unos 16 años que mi hermano mayor compró una para él. Poco a poco me la fué prestando y cediéndomela. Así empecé a salir a la carretera y a sentir la sensación de "entrenar"
Mi primera carrera fué precisamente en el barrio, en Muzú; de vez en cuando hacían un circuito, no tenía implementos ni equipo adecuado, pero fué muy chevere! Fuí conociendo y buscando vincularme más en serio al deporte. Conocí algunos verdaderos ciclístas que me sirvieron de ejemplo a seguir; me dí cuenta que el camino era un club ciclístico afiliado a una liga de ciclismo tal como ellos. Así fué como conocí gente vinculada a la liga de ciclismo de Bogotá y empecé a asistir al velódromo "Primero de Mayo". Allí logré integrarme a un sistema específico de entrenamiento en pista con director técnico y la posibilidad de aprender con una buena orientación .
Henry Fernando Diaz
Empecé a correr en pista y en ruta pero no tuve ningún apoyo para competir. Se necesitan materiales como tubulares y otros elementos necesarios en competencia. Había que correr sin ningún tipo de acompañamiento para bebidas o ruedas de repuesto, alimentación en competencia y fuera de ella! Así duré insistiendo y tratando de conseguir apoyo para seguir adelante pero no fué posible! Después me fuí para USA y allí seguí entrenando y corriendo en la USCF. Allá encontré apoyo a nivel de club local y estatal pero también es más costoso por que se necesita viajar a los eventos en diferentes estados y ciudades.
Henry Fernando Diaz
3. Cuando te iniciaste en el ciclismo, a quien o a quienes admirabas?
Cuando comencé a verme con la posibilidad de "ser" un ciclista yo ya sabía la historia de muchos ciclístas porque desde niños jugábamos a la Vuelta a Colombia con tapas de gaseosa representando a los equipos de los diferentes departamentos en los sardineles de la calle donde vivíamos. Sabía de las historias de Alvaro Pachón, Miguel Samacá, Rafael Niño, Martín "Cochise" Rodriguez, etc.
Admiraba a José Patrocinio Jiménez y empecé a leer la revista "Mundo Ciclístico" dirigida por Héctor Urrego, que salió por primera vez. Conocí y reconocía cuando lo veía pasar por el barrio a Rigoberto Ramírez que vivía en La Alquería y después fue líder en La Vuelta a Colombia y terminó de 7 en la Clasificación general de 1977 y Campeón Novato corriendo por "Ferretería Reina". Conocí a Rafael Toloza, su hermano Ramón, Argemiro Bohórquez, Francisco Rodríguez y entrenaba con ellos y a veces coincidíamos en algunas competencias por que había 2 ligas de Ciclismo, la de Cundinamarca y la de Bogotá a la cual yo pertenecía. Tuve como entrenadores de ruta a Jorge Luque y de Pista a Jorge Tenjo, quien después fue el director técnico del equipo de Colombia de "Pilas Varta" que fue a correr por primera vez El Tour de Francia.
Cortesía de Ruben Marulanda
4. De qué manera el ciclismo transformó tu vida?
El ciclismo transformó mi vida en varios aspectos, principalmente en el aspecto de la disciplina para realizar sacrificios en cuanto esfuerzo físico a sabiendas que estos producen resultados de mayor rendimiento. También me ayudó a tener una ilusión, un sueño que a esas alturas de la vida para muchos Colombianos son escasos.
Finalmente aprendí a amar un deporte por su esencia de libertad, de conocer lugares, montañas y disfrutar de los paisajes de diferentes regiones.
Henry Fernando Diaz
5. Cual es el recuerdo más triste y el más alegre de tu experiencia ciclística?
El recuerdo más triste creo que fué después de dos preselecciones, una para participar en el campeonato nacional de pista y otra para la vuelta de la juventud, a las cuales no había podido asistir por bronquitis; en un tercer intento por participar en un evento nacional como la vuelta de la juventud, me encontraba en un buen nivel entrenando en la Liga de Bogotá con Jorge Luque, apodado "El Aguila Negra" como director técnico y llegado el momento de la carrera no encontré a nadie que me apoyara con el llamado "Patrocinio" El más alegre creo que fueron bastantes disfrutando de carreras y entrenamientos pero podría destacar el hecho de haber logrado competir en las carreras de la USCF (United States Cycling Federation) a un nivel de Primera categoría. El tipo de carrera es muy rápido y más para el biotipo de "pacista" pero eso era lo que tocaba correr en La Florida.
Henry Fernando Diaz
6.Qué le recomendarías a un muchacho joven que se interese por el ciclismo?
Para recomendar a los muchachos que se interesan en el ciclismo los más importantes serían dos aspectos: uno cuestionarse si en realidad les gusta el deporte tanto como para hacer la clase de sacrificios que requiere éste, uno de los deportes más duros en cuanto a esfuerzo físico.
Dos sería el aspecto que tiene que ver con el desarrollo del deporte en la base, las ligas de ciclismo nacionales; toca vincularse, integrarse y hacerse al mérito para que lo "incluyan" dentro de las selecciones deportivas, a sabiendas de que, como todo en Colombia, hay influencias, preferencias y roscas dentro de las respectivas ligas departamentales y locales.
Ruben Marulanda
Carlos Alberto Galindo Parra
Como información creo que en el barrio hubo grandes deportistas como lo fueron los hermanos Ramón y Rafael Toloza quienes tuvieron bicicletería en la Alquería; por lo que me cuenta mi padre creo que también vivió el famoso Luis H Diaz quien hoy vive en Cali; el novato de la Vuelta a Colombia Rigoberto Ramirez, el señor Eli Forero quien también fue un gran fondista y varias veces campeón de las metas volantes en el Clásico RCN y Vuelta a Colombia. Bueno entre otros y no olvidar a sus hermanos Henry y Rodrigo, buenos pisteros junto con Ismael Castillo.
Henry F Diaz
Tiene razón en algunas cosas, pero el que vivió en Muzú no fué Luis H Díaz sino Jairo Díaz velocista y pistero; también yo conocí a los hermanos Rafael y Ramón Toloza, pero no sabía que estuvieron en La Alquería. Yo los conocí en la carretera y vivían en Kennedy.
Fernando Parra Garzón
Anécdota: Recuerdo tener prestada una bicicleta de carreras, creo yo de buena marca, no se, nunca he sido fanático del ciclismo. Un día salimos con algunos duros de la bici en Muzú, como Carlos Galindo, Avendaño, los museños y el "Indio" (nunca supe sunombre) entre otros; la salida fue por la autopista del sur con destino hasta el Alto de Rosas y regreso al barrio. El Indio tenía una bicicleta panadera sin frenos y a punto de desbaratarse de lo vieja y yo con mi flamante bicicleta lo miré por encima del hombro (lo digo en buenos términos). A pesar de todo y por más que me esforcé, en esa dura jornada para mi, y pedaleando con el alma ¡Nunca! pude alcanzar al Indio y su destartalada bicicleta, pues él era mi consuelo en la carrera con respecto a los otros competidores que eran duchos en esa actividad mientras yo salí ese día en plan de recreación y no como deportista. Por supuesto, llegué de último al barrio, y Carlos Galindo, ya bañado, cambiado y hasta afeitado, además tomando Coca-cola en la "Pacho", con el resto de competidores, me dijo textualmente: "Le saqué 2 horas 45 minutos y 36.45 segundos". El Indio sacó pecho, respiró profundo y me miró por encima del hombro. Hasta ahí llegó mi carrera ciclística, es decir, el mismo día que comenzó. Días después supe que el Indio había llegado entre los primeros, pues no era ningún pintado en la pared en materia de la práctica del ciclismo, lo que sucedía es que no tenía bicicleta adecuada para competir y Avendaño llegó un poco antes que yo lo hiciera y en ese tiempo Avendaño ya estaba de retirada por su edad, es decir, ni siquiera pude con un abuelo. Después de mas o menos quince días me recuperé de mi adolorido y maltrecho cuerpo y nunca más volví a montar la bici, excepto para ir a la ciclovía los domingos.
Gloria Martinez
Lo que puedo aportar como anécdota es que mis hermanos y amigos jugaban al frente en la bahía alrededor del sardinel con las latas de cerveza y les colocaban cáscara de banano y las pintaban de colores y las hacían correr empujándolas con las manos diciendo que eran carreras de ciclismo colocaban premio de montaña; señalaban cuando iniciaban en fin eso formaban equipos y se escuchaba la algarabía de los gritos de ellos. Era hasta divertido verlos jugar desde nuestra ventana, a mí me gustaba.
Ruben Marulanda
Cerramos esta crónica, rindiéndole un tributo a Ramón Hoyos Vallejo, "El Escarabajo", cuyo apodo, heredaron los ciclistas colombianos. Fue quizás la primera figura deportiva destacada que tuvo el país, penta-campeón de la Vuelta a Colombia. Destacó siempre en los escenarios internacionales en los que participó. Murió a los 82 años el pasado 19 de Noviembre de 2014.