domingo, 8 de diciembre de 2013

Del tranvía al ciclotaxi


 
 

Mucha agua ha corrido bajo el puente, como dicen por ahí, desde cuando los primeros buses de transporte público hicieron su aparición por las calles de Muzú hasta el día de hoy. Han transcurrido seis décadas desde su fundación y así como han ido emigrando y llegando nuevos habitantes en este lapso de tiempo, y como la arquitectura original del barrio se ha ido modificando, también el transporte público ha sufrido sus transformaciones.   


Si miramos hacia el pasado, como lo hemos hecho antes, en los primeros años después de su fundación, podremos recordar a Muzú como una isla creciente en medio de esos terrenos casi baldíos y semidesérticos del sur de la capital, donde uno se sentía viviendo como en un pueblito campestre, rodeado de lagunas, potreros y humedales. Las pocas familias que tenían un vehículo particular se podían contar con la mano y las rutas de transporte público que empezaban a circular por las principales vías del barrio eran bien pocas. La gente iba y volvía de sus trabajos y nadie se quejaba; parecía que el tiempo alcanzaba más por aquel entonces, a pesar de que todo estaba más fuera del alcance de la mano y se respiraba una vitalidad donde no cabía el cansancio, quizás porque sus habitantes eran en su mayoría parejas jóvenes empezando a formar sus familias, y poco a poco fueron haciéndose más y más numerosas. Por las vias intermedias se podía circular tranquilamente en bicicleta, patineta o patines, jugar golosa y cualquier otra clase de juego, sin el gran temor a ser atropellados por un carro. Muchos de nosotros tuvimos participación en esas carreras de carros esferados, y otros tantos, también recorrieron con sus llantas y aros calle a calle del barrio, sin otro temor que el de ser pillados por los papás en el lugar y hora  equivocados. De cuando en cuando se veían circular las zorras que repartían el carbón o la tierra negra para arreglar los jardines y hasta hubo algunos que lograban “colincharse” a uno de esos medios de tracción animal para darse una paseadita en zorra. Igualmente, colarse en los buses de transporte público, aunque era una aventura a la que no muchos se arriesgaban, era una pilatuna de muchachos, que por suerte no dejó graves consecuencias ni malos recuerdos, más que una u otra paliza por parte de sus progenitores, a quienes se dejaban pillar en acción. Hubo hasta ocasiones en las que tuvimos oportunidad de cabalgar; si señores, de cabalgar en burro o caballo por las calles y parques del barrio, gracias a las audacias de nuestros hermanos o amigos, que mágicamente aparecían con uno de estos animales y que se hacían sus propietarios por un par de horas, antes de que sus verdaderos dueños, dieran con el sitio donde se hallaban sus animales.

Foto cortesia de Juan Manuel Naranjo Velez
Nadie hablaba de trancones y en el barrio había un único semáforo, el de la entrada, que desde entonces da la bienvenida a los habitantes y visitantes del barrio, justo cerca de donde quedaba el primer paradero de buses. Un par de cuadras más adelante quedaba el siguiente y la gente estaba acostumbrada a respetar esos puntos de dejada y recogida de pasajeros. Con el crecimiento de la ciudad, así como fueron perdiéndose otros valores, se fue perdiendo también la civilidad y el respeto por las normas establecidas y los paraderos fueron desapareciendo. Después, cada quien corría, sacaba la mano en cualquier parte y si al chofer, en su guerra por el centavo le convenía, paraba súbitamente para recoger a quien le parecía. Fue volviéndose caótica toda la ciudad, casi sin que nos diéramos cuenta.
Tranvía Bogotano
En esos años, recibir una visita de un pariente que vivía en el otro extremo de la ciudad, causaba júbilo y era un acontecimiento que quedaba registrado en las estadísticas sociales de cada familia. Había que llegar en taxi, que siempre fue costoso, en carro particular, o en alguno de esos pocos buses que llegaban hasta el barrio.
La llegada desde el centro, se hacía tomando la Calle 1a, por donde quedaba el Hospital de la Hortúa y de allí, pasando por los barrios Eduardo Santos, Centenario, Olaya Herrera y Restrepo, iba saliendo hasta la autopista, pasaba por el Cementerio del Sur y Matatigres y cuando en la lejanía uno vislumbraba la bandera de la General Santander, sentía un gran alivio, porque sabía que por fín había llegado. Ese era el recorrido que tenían que hacer nuestros padres si trabajaban por la zona del centro. Después se construyó la carrera 30 que cambió por completo la vida del sur de la ciudad y se agilizó el tráfico existente.
Las principales vías del barrio eran la autopista misma y la que llamábamos la Avenida (carrera 46), que atravesaba el barrio desde el semáforo en la entrada hasta el Monteblanco, colindando con el Alcalá. La Autopista Sur era la salida que tenía Bogotá hacia las afueras de la ciudad. Bosa y Soacha, eran paupérrimos municipios que quedaban en los extramuros de la ciudad y que después se convirtieron en barrios anexados a la gran urbe.

 
De esta manera, las rutas que existían en esa época inicial, eran las que llegaban y entraban al barrio por la Avenida o carrera 46, con final de ruta en el Monteblanco, para los buses municipales que venían desde la Ciudad Universitaria; los azules de Sidauto tenían su paradero en los cuartos bloques y había una ruta más de buses blancos, que tenía su paradero en el Alcalá y que de regreso, a su paso por el barrio, traían su correspondiente aviso que informaba el destino final y una idea de la ruta: Centro- Cementerio-Samper Mendoza. Por la autopista existía la ruta 8 de Sidauto que salía desde las Delicias y que llegaba hasta el barrio Gaitán en el norte de la ciudad. Además transitaban por allí los buses de transporte intermunicipal que llegaban hasta el Muña y Sibaté o los Bolivariano y Flota Magdalena que salían por allí hacia el suroccidente del país; sus estaciones quedaban en el centro en los alrededores de la Plaza de los Mártires, por donde después, fue quedando espacio al sector de la famosa Calle del Cartucho cuando las estaciones de transporte intermunicipal fueron trasladadas a la Estación de la Sabana, cerca de los Ferrocarriles Nacionales. Años más tarde, estas terminales  de los buses intermunicipales también se trasladarian de allí cuando se construyó la terminal de transporte que conocemos hoy en día.

De esta manera, la ciudad que hasta los años del Bogotazo, aún siendo capital del país, se había mantenido casi fiel a las costumbres y tradiciones del siglo anterior, fue transformándose con la llegada de gentes provenientes de todos los rincones del país que venían en busca de mejores oportunidades, desplazados de sus tierras durante los años de violencia de esa época. Todas estas familias que arribaron a la capital por motivos de orden político y social, hicieron que la ciudad se viera forzada a atender las nuevas necesidades de vivienda y fuera cediendo paso a la modernidad. Bogotá fue convirtiéndose así, en el Distrito Especial, que poco a poco, fue anexando municipios aledaños; Muzú, ese barrio tan retirado en la geografía de la ciudad, fue integrándose a esos sectores de crecimiento popular que se dieron como parte del cambio que daba la capital y  lentamente el sur y el norte fueron definiendo su crecimiento y estratificación.


 

Durante la primera década de existencia del barrio, los llamados municipales, eran para la época, modernos y lujosos buses Pegaso, que llegaban hasta la ciudad universitaria. Sus choferes trabajaban perfectamente uniformados y eran bastante corteses con los pasajeros que a diario transportaban por una módica tarifa de $0.10. La pérdida para el barrio y sus habitantes fue grande, cuando por esos manejos irregulares de los gobiernos de turno, que todos conocemos, estos buses dejaron de circular y la flota de buses más bonitos y modernos que teníamos, sabrá Dios a donde fue a parar. Ellos habían sido parientes cercanos de los trolleys eléctricos que también circularon por algunas partes de la ciudad y la flotilla que sucedió al tranvía que tuvo vida durante el siglo XIX y primera mitad del siglo XX.

 
 
Cuando la ciudad se extendió y el barrio quedó rodeado de nuevas urbanizaciones, hubo necesidad grande de crear rutas nuevas de transporte público y por los setentas, aparecieron las busetas y colectivos. Una nueva ruta de busetas tuvo su terminal en el que en la década anterior había sido paradero de los municipales. Esta buseta atravesaba la ciudad y tenía su otro paradero en el norte, en el barrio Los Andes, al lado de Rionegro. La construcción de la Avenida 50 primero, y de la 68 en los años del famoso Congreso Eucarístico, permitieron la circulación de nuevas rutas de transporte y durante las siguientes décadas más y más rutas de transporte público se crearon hasta llegar a la era del transmilenio y Muzú una vez más se integró al cambio. La entrada del barrio se convirtió en una estación del transmilenio y ahora, con la llegada del último reporte gráfico que recibimos de Mauricio López, nuestro querido corresponsal, quienes hemos vivido lejos del barrio por muchos años, nos enteramos con sorpresa que, como él lo decía, podríamos confundirnos pensando que esas calles son las de Shangai. El ciclotaxi, esta nueva modalidad de transporte que para los actuales habitantes del barrio y de Bogotá son parte de la cotidianidad, no dejan de sorprender a los incautos que, como yo, hemos permanecido lejos del país por largo tiempo. En un lapso relativamente corto, hemos pasado del tranvía, al ciclotaxi.

Foto cortesia de Mauricio Lopez

Foto cortesia de Mauricio Lopez

 


 

 



sábado, 26 de octubre de 2013

El fantasma del Rex... (Tarro o Bachué)

                  
 
Serrat -  Los fantasmas del Roxy
 

 
"Cuando me voy de los lugares donde amé,
las valijas pesan demás;
se llenan de desayunos y de atardeceres
de carcajadas, de lágrimas, acordes y poemas
y de tantas cosas que no volveremos a vivir". 
("Del Amor y de la Mar", de Alvaro Trejo) 


Un comentario de alguno de los miembros de nuestra comunidad muzulmana, una vieja canción de Serrat y el anuncio de una exposición en Bogotá hace cierto tiempo, me hicieron pensar que era hora de rendirle un tributo especial a nuestro recordado Teatro Bachué o Rex, como se le llamó posteriormente, hoy ya desaparecido y convertido en uno de esos fantasmas que rondan las noches del barrio y nuestras memorias de infancia y juventud.

Hay un colectivo de artistas plásticos que decidió recuperar partes de lo que fueron algunos de los primeros cines famosos de Bogotá, y recientemente inauguraron una exposición en el Planetario Distrital, con algunas de las sillas, telones y hasta partes de paredes de los que en otrora fueron esos centros de recreación de la capital. Nosotros no tenemos manera de recuperar del Bachué, El Tarro o el Rex, más que sus recuerdos y ahora nos hemos propuesto desempolvar parte de ellos, para desandar esas ocasiones en las cuales, con pocos pesos y algunos amigos o hermanos, podíamos atravesar el barrio a pie o en bus, para llegar a los límites con el Alcalá, sólo para ver por poco precio, una o dos películas inolvidables.

El Bachué, para llamarlo por su nombre original, nos dejó muchos recuerdos. No podemos compararlo nunca, ni aún queriendo idealizar su imagen, con famosas salas de cine modernas como algunas de Malasia, Australia u otros lugares del planeta, donde los asistentes a sus funciones disfrutan de cómodos sofás, degustan exquisitos vinos y canapés, mientras ven una película. Ni siquiera podríamos compararlos con aquellos teatros famosos de la antígua Bogotá, esos que presenciaron el tránsito de nuestra capital de los finales del siglo XIX al XX y la llegada de la modernidad. Muchas de esas antíguas salas fueron construídas entre 1898 y 1907, años en los que llegó el cine a nuestro país. Tampoco podemos equipararlo con los que se  construyeron  décadas  después y que por sus fachadas con detalles en yeso y finos acabados, fueron verdaderas reliquias arquitectónicas. Nuestro Bachué, no cabía en ninguna de esas categorías. Cuando se construyó entonces el Bachué? En realidad no lo sabemos todavía. En mis recuerdos y quizá en los de muchos de nosotros, existió siempre y fue sólo hace algunos años que supe que había cambiado su nombre original, convirtiéndose en Rex y finalmente me enteré de su desaparición. Aunque no tenemos información sobre la historia del Bachué podemos imaginarla si recorremos algo de lo que fueron los comienzos de la cinematografía en Bogotá.
 
Teatro Faenza (1924)
 

Antes de la aparición de las primeras salas de cine, existieron en la ciudad carpas, muros, lotes, terrazas de edificios y salones grandes que eran adaptados para presentar las “vistas”; luego aparecieron teatros como el Municipal y el Parque de los Hermanos Reyes, que realizaron las primeras exhibiciones de vistas y películas en 1907. En Muzú, y ya en plena mitad del siglo XX, podemos recordar que en el barrio hubo presentaciones similares en lugares como el antíguo Colegio Parroquial, el parqueadero que había al lado de la cuadra de la familia Sáchica, o al lado de la casa de los Gracia (Salón de Belleza Jacqueline).
 
 

En las décadas siguientes a las primeras exhibiciones en 1907, fueron apareciendo muchos teatros en Bogotá especialmente en la zona del Centro, donde tuvieron mucho éxito algunos como el Olimpia, Apolo, Moderno Bogotá, Cuba, Nariño, y Cine Real entre los primeros y muchos de ellos actualmente demolidos. Hubo otros más como El Cid, Atlas, Novedades, Lido, Azteca, México, Embajador , La Carrera, Tisquesusa y más nombres como Odeón, Alameda, Atenas, Hogar, San Jorge, Alcalá (1946) hoy Superintendencia Financiera de Colombia, El Dorado, Metropol, Caracas, Faenza y tantos más de los cuales algunos escaparon a la demolición y son conservados como patrimonio arquitectónico de la ciudad. Existió inclusive, un teatro Rex, llamado igual que el Bachué cuando cambió su nombre, y que fue demolido en 1938. En realidad, los cines y teatros tuvieron una vida bastante activa durante las décadas del 50 al 70, pero posteriormente, muchos de ellos fueron desapareciendo con la construcción de modernas salas de cine en los centros comerciales.

A pesar de todas las comodidades y ventajas que pudieron haber tenido las salas de cine y teatros de la ciudad, nuestro querido Tarro, presentaba unas características que lo hacían realmente especial, como lo recuerda María Trujillo en alguno de los comentarios que se han hecho a propósito del tema.

“Recuerdo que ir al tarro en ese entonces, era todo un paseo de olla. Los papás nos llenaban de talegos de papel con papas, plátanos fritos y maíz porva. Recuerdo que la entrada era a $2.50 y el pasaje en bus de la Nueva Cooperativa de Buses Azules costaba $ 0.75 y el municipal $0. 50.”
 
 
 

Para mí, la historia comienza entre los años 50 y 60, década en la que llegaron los primeros residentes del barrio. Igual que en casi todos los teatros, nuestro Tarro, presentaba las famosas funciones que empezaban con el matinal a eso de las 11 de la mañana, le seguía el matiné a las 3 p.m, la vespertina a las 6 y la última, la función nocturna a las 9 de la noche. Las películas que presentaban no eran exactamente estrenos, como se llamaba a las que había en cartelera en los teatros de cierta categoría. En el Tarro, se exhibía una cantidad de cintas que uno no tenía idea de donde provenían. Igualmente un domingo podían presentar películas con temas tomados de la historia sagrada y a la semana siguiente, o en la función vespertina, El Santo contra las Momias, Santo contra Fantomas, Blue Demon y el Enmascarado de Plata, o titulares por el estilo. Sansón y Dalila, por cierto, fue una de esas películas basadas en pasajes bíblicos que pude ver y en la que, después de apreciar todos los atributos morales y físicos que exhibía Sansón, a mis diez años, quedé perdidamente enamorada de este héroe sagrado. Deben ser muy pocos los muzulmanes que se perdieron esa inolvidable experiencia de asistir a alguna de esas funciones matutinas, vespertinas o nocturnas, porque si no lo hicieron durante su infancia, es muy probable que en una de esas capadas de colegio en el bachillerato, siendo ya adolescentes, hubieran terminado si no en el Florangel echándose una partidita de billar, viendo uno de esos dobles de lucha libre que los dejaban tan impactados. Cuentan las malas lenguas, que incluso había algunos que eran capaces de llevarse a hurtadillas los bombillos de la casa o del vecindario, para sobornar al portero del teatro y poder disfrutar alguna de esas peliculazas que fueron parte del repertorio de los cineastas muzulmanes.
 
 
 
 
 
El Bachué por dentro, lo recordamos quienes alguna vez lo visitamos, no tenía lujos, ni ofrecía grandes comodidades o condiciones visuales y acústicas especiales. Tenía la luneta en el primer piso y el palco en el segundo, para quienes lograban acceso por una tarifa un poco más alta. La silletería era de madera pulida y lacada. Muchas historias deben tener que contar mis amigos sobre este teatro. Las anécdotas irán apareciendo poco a poco. Cuentan algunos de sus asiduos visitantes, que estando en el primer piso, desde el palco le podían llover desde colillas de cigarrillo en adelante. Ir al Tarro representaba sus riesgos, pero aún así, cumplía con su función de entretenernos y dejar grandes recuerdos; a pesar de quedar en el límite con el Alcalá, se sentía en los predios nuestros. Era, a mucho honor, el teatro del barrio.

En mi casa no había dinero suficiente para sostener frecuentes idas a cine para tantos muchachitos como éramos, pero recuerdo en particular una ocasión, en que mi papá nos dió dinero para ir a cine, asumiendo que iríamos al Teatro Colombia en el Centro; el presupuesto incluía lo de los buses y uno que otro centavo para alguna chuchería dentro del teatro. Saliendo de la casa, a mi hermano mayor, se le ocurrió una atractiva idea que, sin pensarlo dos veces, nos convenció. Si en cambio de ir hasta el Centro, nos quedábamos en el Tarro, nos ahorrábamos lo de los buses, veíamos una película por un menor precio, y nos quedaba mas plata para llenarnos de golosinas. Recuerdo que a la salida del cine, por primera vez probé la famosa forcha, que para mi gusto, era tan deliciosa como cualquier cono de helado mas costoso. Tuvimos para dar y convidar seguramente, y al final, el autor intelectual pudo hasta invitar a un amigo suyo y tengo la sospecha de que debió quedarse con uno que otro centavo en el bolsillo.

Muchos pueden confirmar lo hasta aquí dicho y agregar más comentarios como éstos:

Edgar Orlando Rondón Cabas : Compré en el Baratillo y asistí al Tarro (Teatro Bachué) a ver a Blue Demon y el Santo.

María Trujillo: Increíble toda la experiencia de este gran vecino de nuestro bello barrio Muzú; ya que nombras el teatro, acordémonos cuando las mamás iban a cine y debajo de la ruana nos entraban para no pagar boleta, muchas lo hicieron, jajajajaja, anécdotas muy bonitas; además, el administrador del teatro ya conocía mucho a los vecinos de Muzú, sabía cuales eran, y a veces aunque se daba cuenta, no decía nada.

Marga Villate: Me hiciste acordar… jajaja… mi mamá también contaba esa anécdota.

Concluímos esta crónica, como lo dijimos al comienzo, intentando recordar ese rincón del barrio que ya no existe y que sólo sigue presente en la memoria de quienes lo conocimos, como si fuera el fantasma del Rex rondando ahora nuestros días de nostalgia por ese pasado felíz que quedó ya tan atrás.


Nuevos comentarios

Myriam Díaz : Creo que vimos una de David y Goliat. David fue también uno de mis superhéroes y enamorados, igual que Sansón.

Guillermo Gomez: Yo fuí uno de esos asiduos visitantes del tarro. Recuerdo haber canjeado la entrada por un par de bombillos más de una vez. Siempre eran bien recibidos, pues algunos de los distinguidos asistentes se los robaban o los rompían a grapazos.Tanto que después, decidieron protegerlos con unas mallas de alambre que iban atornilladas a las rosetas. También recuerdo gratamente haber visto en el Tarro la primera película de los Beatles, como dos años después de su estreno en alguno de los famosos cines del centro de Bogotá.

Otra película "clásica" que recuerdo es una mejicana de suspenso que trataba de una banda de ladrones de cadáveres. Un vendedor de periódicos decía en la película a voz en cuello (acento mejicano) "SIIIIIGUEN DESAPRECIEEEENDO CADAVEEEEERES DEEEEL CEMENTEEEERIO DE SAN FELIIIPEEEEEEE!!!". Fue tanto el susto que me produjo que todavía lo tengo grabado en mi cabeza como si fuera ayer.

Una anécdota divertida fue en otra clásica de charros mejicanos con Luis Aguilar. Estando en la película en una pelea de gallos se reventó la cinta, como era usual, y comenzó la rechifla en el teatro. Coincidencialmente, cuando restablecieron la película, aparecía el árbitro de la pelea diciendo: "SILENCIOOOOO SEÑORES. HAGAN SUS APUESTASSSSS!!!" Y todos los espectadores nos totiamos de la risa.

Y por favor, no me pregunten por las clases de artmética y geografía pues yo estaba muy ocupado en el Tarro o en los billares del Florangel.

Betty Sotelo: Que maravilla de paseo por nuestro pasado, que con el impecable y bello relato que sólo lo sabe hacer Conny , me trasporté y reviví también esos inolvidables momentos en el "tarro". Recuerdo haber visto una película con la española Marisol y Rocío Durcal, siendo unas adolescentes.
 

 

 

sábado, 27 de julio de 2013

Días y días de fútbol...


                                      


"Mucha gente piensa que el fútbol es un juego a vida o muerte, pero es mucho más importante que eso". - Bill Shankly
"Jamás en mi vida me sentí tan feliz por haber perdido. Con los cuatro goles que me hicieron salvé la vida a once seres humanos". Antes de empezar el partido, los italianos recibieron un telegrama de Mussolini en el que decía: "Vencer o morir" - Antal Szabo

 
Algún día teníamos que sentarnos a hablar de este deporte que genera tantas pasiones y que en nuestro barrio dejó grandes amigos, raíces y recuerdos. El momento ha llegado y como lo comentaba Luis Edmundo Ruiz, uno de los jugadores más activos que tuvo Muzú, "para hablar del fútbol en el barrio tendríamos que sentarnos a conversar días y días y no terminaríamos". A lo largo de este recuento, aparecerán muchos nombres conocidos, pero habrá otros que lamentablemente escaparán de nuestros recuerdos y que solo entre todos, podremos rescatarlos del olvido.

Desde el día en que me propuse recopilar parte de la historia del barrio, basada simplemente en mis recuerdos y los de quienes generosamente han querido compartirlos también, hemos ido dando saltos de un tema a otro, y el del fútbol que ocupa un capítulo tan especial, no había sido tocado, en parte por mi desconocimiento sobre él, ya que lo poco que viví fue desde las "graderías del Maracana”, o por boca de quienes me han ido contando sus historias. Siento un respeto grande por el deporte y por lo mismo, no me animaba a plantearlo, pero como digo al comienzo, el día tenía que llegar y como no se me ocurrió otra manera de obtener información de primera mano, decidí elaborar un cuestionario que envié a cada uno de los amigos a quienes logré contactar y que se tomaron el trabajo de contestar; sin dudarlo un instante, Luis Edmundo Ruiz (LER), Gerardo Ramírez (GR) y Alberto Leon Rivas (ALR), respondieron con la efusividad que genera el tema y fue así como logré recuperar algo de la historia que a continuación empezaremos a reconstruír.

Presento de antemano disculpas por cualquier imprecisión en la que incurra y les agradezco que me indiquen si hay que hacer alguna corrección, para que nuestro relato se ajuste de la manera mas fiel posible a la realidad.

Creo que no hay duda sobre la tremenda influencia que nuestro fútbol local recibió del argentino, paraguayo, uruguayo, brasilero, italiano y español, principalmente. En sus comienzos, era la época en que los campeonatos mundiales y eventos de talla internacional, no eran transmitidos por TV, como hoy en día, y las comunicaciones se encontraban aún en pañales. Muchos de los partidos importantes del fútbol nacional e internacional, había que escucharlos por la radio, que cumplía quizás la función de divulgación más importante de aquella época, junto con la prensa escrita. Con estos precarios medios de comunicación con los que se contaba entonces, era casi un milagro que nuestros muchachos se enteraran del papel preponderante de algunos equipos extranjeros. Fue de éstos y de algunos futbolistas que a nivel nacional destacaban, de quienes los nuestros obtuvieron grandes enseñanzas y el fútbol muzulmán fue evolucionando como lo hizo el mismo deporte desde sus inicios, transformando poco a poco sus estrategias y tácticas deportivas. Existían algunas revistas deportivas como El Gráfico, que eran relativamente costosas para la economía de un muchacho, pero había quienes haciendo sacrificios, lograban hacerse a estas revistas especializadas, que les suministraban la información destacada de sus equipos favoritos y que se convertían en una especie de biblias para nuestros deportistas. De ahí, supongo, fue que nuestros futbolistas tomaron la mayoría de los nombres de los equipos extranjeros que ellos más admiraban y que se convirtieron en los famosos equipos de nuestro barrio.

En esa especie de diálogo que logramos tener con quienes aportaron información para la elaboración de este documento, fue surgiendo la historia que sigue...
SUS ORIGENES

¿Cómo se inició el fútbol en el barrio?

Gerardo Ramírez (GR) : Mi hermano dice que hacia fines del año 1955 o 1956 el equipo de fútbol del Colegio Sergio Arboleda llegó a la Final del Campeonato Intercolegial de Bogotá. Con base en sus integrantes, jugadores y estudiantes del barrio, decidieron conformar el Equipo Botafogo. Su principal líder fue Germán Morales, quien escogió el nombre y consiguió que se hiciera un campeonato entre tres equipos que fueron conformados por la misma época. Estos equipos fueron: Trece de Junio (Alcalá), Palmeiras y Botafogo.  Aún recuerdo que ya por esa época existían otros equipos como Malco, que tenían jugadores Infantiles y juveniles del Barrio MUZU.

Por su parte, Luis Edmundo Ruiz (LER), responde: Sobre los inicios del fútbol en el barrio, recuerdo que comenzamos practicándolo en los potreros que en esas épocas eran bastantes. Jugábamos en el barrio, unas cuadras contra otras, o en los parqueaderos que había en algunos sectores del barrio, y se jugaba por 2 o 3 horas. En realidad, no había tiempos, jugábamos hasta el cansancio.

Y nuestro otro colaborador, Alberto Leon Rivas, (ALR) nos comenta: los futbolistas de mi generación (modelos 58 para acá) tuvimos que jugar en otras canchas porque no disfrutamos de esa gran época del fútbol de Bilbao, la Plaga, Peñarol, Safa, y nos tocó ver esas grandes glorias en los campos de fútbol del antiguo Alquería, la cancha al frente de mi casa llegando a la frontera con Sta Rita y la cancha del Sergio, aunque alcanzamos a jugar en el Maracaná, donde eran capos esos grandes jugadores como Jairo Lozano (bueno no era tan grande), Guillermo Zabala, Jorgito el Pollo y Cia, que competían con los Dobles de Piri, Alzates, Posadas y Quijanos.

LOS EQUIPOS

Nuestra charla continúa con la siguiente pregunta: ¿Recuerdas el nombre de algunos de los equipos que participaban en los campeonatos de fútbol y banquitas en el barrio?

GR:  Estos tres equipos que mencioné antes, Trece de Junio (Alcalá), Palmeiras y Botafogo, se afiliaron a la Liga de Fútbol Codesur. Esta liga comenzó a programar partidos en el Campo de Fútbol del Colegio Sergio Arboleda y en el Barrio Trece de Junio hacia el año 1957. En los siguientes años aparecieron otros equipos como La Fiorentina, Green Cross. Me acuerdo que unos de los principales líderes de Green Cross fueron los hermanos Mendoza; y de la Fiorentina, me acuerdo que los hermanos Chávez militaron en este gran equipo.
LER: No solo en el campeonato de banquitas, sino mas atrás en el campeonato del Sergio Arboleda y Alcalá: Botafogo (el nuestro), Peñarol (los Lineros), Huracán (de Torito Hoyos), Racing (los Callejas, los Moreno), Bilbao (los Paez, los Parada, los Florez), La Plaga, nuestro eterno rival sano (Lizardo Alfonso, los Bojacá, Pacho Huza, los Alzate, los Posada, Héctor Céspedes) en fin, aquí es en donde me quedo corto y me comienzo a preocupar por todos aquellos maravillosos personajes que pasaron por esta época de oro y que se me están quedando por fuera. Pido muchas excusas. 

Iniciando le comento que tengo una foto de un equipo con la mayoría de los que jugábamos en la Liga de Fútbol de Cundinamarca (como se llamaba antes) Independiente Safa de Don Alvaro Barreto, que la voy a publicar en el muro de los Muzulmanes, en donde están Orlando Díaz, Joche, Jairo Lozano, Julio Alzate y desde luego Yo, el gran Edmundo Ruiz, entre otros.

A esta misma pregunta, Alberto Leon Rivas (ALR), quien vivió esta época y una más reciente, nos cuenta:

ALR: Había una grande y linda rivalidad entre los amigos de la entrada o salida (igual), los que vivían hacia la autopista, allá donde vivían los Gómez, y los del sector de Monteblanco (luego paradero de las busetas desde el año 73 creo). En la entrada estaba Botafoguito, un equipazo con grandes jugadores y amigos; jugaban muy bien todos (los Jairos, Pollo, Zabala, Quique, Monky, el Negro Leal, mi amigo Willian Sierra, y otros que en este mometo se me pasan). De Monteblanco estaban los Dobles, otro equipazo con los hermanos Alzate, los hermanos Quijano, Posada, Fredy Aponte,Tony Roldàn, Piri. En Monteblanco, yo componía un equipo de sardinos en ese tiempo con Alvaro Paez, Rafael Higuera, German Zambrano, Angel Velandia y Pablo Martinez; ellos tenìan entre 16 y 17 años, yo 14. Mas adelante participé en otros equipos con Nuno Arias, los Posada entre otros; luego vinieron mi hermano Mario León y Chucho Ortiz: Del Alcalá vino Fernando Contreras (no el Loco). Había otro equipo llamado la Sagrada Familia, creo que eran de la cuadra de los Alvarez, Sandoval, no sé si algun Pescador, Orlando el Loco, creo que con ellos jugaba Cuny Fandiño, uno de los mejores en ese tiempo. Otro equipo era el de la cuadra del gran Pacho Cuadros, Pinzones, Garcías, etc.
LOS JUGADORES

Y continuamos con nuestra entrevista. ¿A quienes recuerdas entre los futbolistas más destacados y cual era la posición en que jugaban?

GR: Hubo jugadores muy importantes que, si aún viven, pueden aportar más a esta historia que has iniciado a recopilar. Me acuerdo de nombres como: Hernán Díaz (defensa), Julio Flórez otro gran defensa que vivía en el bloque antes de Monteblanco, frente al paradero de los buses municipales. Un muchacho de apellido Gil, y el "Flaco" Meléndez , los hermanos Paco, Comino Rodríguez, Jairo Neira, Alfonso Leuro; unos muchachos del Barrio Olaya : Néstor y nn. Guayán un medio campista excelente de sobrenombre " Remache" ; también conformaron este equipo Álvaro Rojas, Hugo Romero, Germán Morales, un muchacho llamado Germán Tulandia, "Husa" y mis hermanos, Alberto y Jorge Ramírez.

LER: Me da un poco de temor es que en lo poco o mucho que vaya a aportar se me queden personajes y amigos muy importantes en esta historia que vamos a comenzar a recordar, y que es regresar a un pasado maravilloso. Trataré de ser lo mas puntual y preciso. Igual que con lo anterior, pido excusas, pero sigo en lo que fue para mí; quizás podamos más adelante ampliar estos temas para no caer en la ingratitud:

Del Botafogo: Juancho Hernández , Enrique Pinzón, Marcos Piñeros, mediocampistas; Hugo Ruiz delantero. Sigo con el Botafogo, Carlos Rico mediocampista, Gerardo y Luis Enrique Ramírez, el Loco Clopatofski, arquero; Gonzalo Díaz, defensa y Edmundo Ruiz A. (si no me alabo yo, quien me alaba??? Ji Ji Ji)
Peñarol : Augusto Lineros, mi querido amigo y qué pena, no me acuerdo de más.
Racing: De este equipo recuerdo a Pacho y Alvaro Cuadros, Gonzalo Sánchez y hermano; Pacho Moreno, defensa; el Pato Avila, arquero.
Bilbao: Paez, arquero, Hugo Parada, marcador de punta; Julio Flórez, defensa; los Conde, Guillermo.
La Plaga:  Victor y el Negro Herrera, mediocampista y arquero; Héctor Céspedes, delantero; Lizardo Alfonso, medio; Pacho Huza, delantero; Ernesto y Jaime Bojacá.

Pero de esa época, hubo un equipo más del campeonato juvenil que se llamaba ESTUDIANTES y participábamos en los preliminares de los de Mayores, y éramos: El Negro Posada, delantero; Orlando Díaz , arquero; los Alzate, Benjamín y Germán Meléndez, Jairo Gasca, Jairo Lozano, Puma y Nelson Gómez, Lalo León y Edmundo Ruiz, entre otros.

A la misma pregunta, Alberto responde:

ALR: Yo recuerdo que había equipos como Botafoguito y Dobles, donde todos eran muy buenos; puedo ser injusto destacando a alguno, pero lo haré. De la salida Jairo Lozano, Cuny. Del centro del barrio Fernando Quijano. De Monteblanco Piripipí. Luego una nueva generación destacó a Pedro Ramos, Chucho Ortiz y Mario León, y luego, para mí el último gran jugador de Muzú, Marco Forero, y pare de contar. Se acabó el fútbol de Muzú, se acabó el barrio, nuestro paraíso.

TRAYECTORIA

Estas fueron las respuestas a nuevas preguntas: ¿A cuáles equipos perteneciste y cómo fue tu inicio en este deporte? ¿Cómo y porqué te retiraste? ¿Continúas practicando el fútbol? ¿De qué manera?

LER: Mis inicios como el de todos, en los potreros, en la cancha del Sergio Arboleda, y en las cuadras que tenían un parqueadero. Los equipos a los que pertenecí son:

Equipos del barrio: Estudiantes (el Juvenil), Botafogo (mi equipo amado) y Huracán.

En la Liga de Cundinamarca y/o Bogotá.

Independiente SAFA, de Don Alvaro Barreto. Como la gran mayoría de nosotros, en esa época, cuando estaba terminando bachillerato en el Instituto Alemán, me llevó Alfonso Sepúlveda a jugar unos partidos con Santafé, puesto que allí estudiaban entre otros, Ernesto Díaz, Luis, "El Chiqui", García y Orlando Rico de Millonarios,  y Jorge Garzón, José Ma. Bolaños, Seki y Francisco Aguilar de Santafé, en fín un equipazo, campeones en Bogotá.

Estando ahí muy poco, estuve en selecciones Cudinamarca (así se llamaba en esa época) con Pín, Céspedes y Carlos Rico. De ahí pasé al Real Bogotá en la Liga. Actualmente me encuentro todavía jugando, pero ya a nivel empresa y un equipo del barrio, Los Cristales.
Duré un año y medio más o menos retirado, porque tengo el menisco roto y el ligamento anterior. El médico me dijo que no podía jugar porque podía quedar cojo y que había que operar, y yo me lo creí. He jugado varios partidos de campeonato, el último hace unos meses y me sentí muy bien, luego entonces, a jugar y lo estoy haciendo.

Igualmente, Alberto nos cuenta sobre su trayectoria:  

ALR: Entre los 13 y 17 años jugué en Muzú, Alcalá, Tejar y Kennedy en varios equipos. En el Maracaná jugué en 3 equipos cuyos nombres no recuerdo; luego me fuí a jugar al Olaya en cancha grande en el equipo mas conocido del sur de Bogotá, Centenario y me dediqué a jugar fútbol; por mucho tiempo no volví a jugar banquitas. La verdad, nos lo prohibían en el equipo y nos sancionaban si no lo hacíamos. Luego vinieron lesiones y cirugías de las dos rodillas y me retiré por varios años. Después volví a jugar durante 15 años que duré trabajando en el Banco Cafetero. Algunas veces fuí a jugar el partido de despedida de año que se hacía en la Alquería pero la verdad dañaron ese lindo programa invitando equipos de afuera no muzulmanes y un encuentro de viejos amigos lo convirtieron en un campeonato de extraños, lástima; deberíamos volver a hacer lo de antaño. Hace unos 8 años jugamos un campeonato en el Club de Suboficiales del Ejército con los hermanos Jairo y Jaime Gasca, el Tigre, Nuno Arias, Javier Piñeros que se la pasaba con Hernán Ocampo, Mario, Alberto Rivera, Fernando Alvarez  y Jaime Gómez. Hoy en día, aún lesionado y con nuevas operaciones en las dos rodillas de necio (o vicioso), juego de vez en cuando con mis cuatro hijos y mis sobrinos.
PATROCINADORES

¿Había alguien que patrocinaba a los muchachos deportistas en el barrio? ¿Algún padre, vecino o comerciante? ¿Cómo conseguían uniformes, balón, guayos, etc?

LER: Que yo recuerde, en el barrio no había quien nos patrocinara. Los papás o nosotros, hacíamos cocacolas bailables y así comprábamos camisetas, así era en el  Botafogo. El apoyo de los papás era muy importante hasta cuando apareció don Alvaro Barreto de Safa que fue quien nos llevó a jugar a la liga. Los padres, en el caso del Botafogo, fueron muy importantes, aportaban y hacían fiestas. Era muy lindo verlos reunidos entre semana en el barrio, viendo como nos sacaban adelante deportivamente.

ALR: Recuerdo que en Monteblanco Manuel Castro el dueño de la fama patrocinaba el viejo Bilbao por allá a finales de los 60's; a finales de los 70's, Charles, de la cigarrería Charles, también  en Monteblanco, patrocinaba el equipo donde yo jugaba, compuesto por los mismos jugadores que nos fuimos para el Olaya: Chomelo y Arturo Arias, Chucho Ortíz, Nuno, Mario y Alberto León, Oscar Murillo, Luis Ruiz. En la salida ustedes se acordarán de Modelana, que patrocinaba el equipo de su mismo nombre y no recuerdo más.

LOS CAMPEONATOS

¿Que campeonatos se jugaban y más o menos en qué temporadas?

LER: Se jugaban 1 o 2 campeonatos al año en el barrio, pero se que los mayores, jugaron campeonatos interbarrios y les iba bien, con esa manada de estrellas. Además, la mayoría jugábamos en liga, así fuera unos en Mayores y otros en Juvenil. Don Alvaro Barreto fue un mecenas, que siempre apoyó la gente de Muzú, él era el que nos llamaba Muzulmanes, creo que la palabra viene de ahí.  

ALR: Los campeonatos del barrio se jugaban en el Maracaná, Villasonia, Parqueadero de Monteblanco.

ANECDOTAS

¿Recuerdas algún incidente lamentable o especialmente divertido ocurrido durante esos campeonatos?

LER: Normalmente incidentes con la Plaga, el Racing, Peñarol, mejor dicho con todos, excepto con el Bilbao, el equipo de los buses Municipales, que eran muy quisquillosos y tropeleros. Con ellos siempre terminábamos en tremendas peleas, especialmente con el Botafogo, pero nunca entendí cual era realmente el problema.

Lo que sí le cuento Connie, al margen del fútbol, es que en la entrada teníamos un grupito y eramos excelentes peleadores (Jairo Gasca, Pedro Hernández, Ulises Bueno, Edmundo Ruiz) y bajábamos a buscar problemas cuando salían de clase los del Sergio Arboleda y Andrés Bello.
Recuerdo que una vez había una barra que se llamaba Seven Club, que la dirigían Uribe y otro muy conocido que no me acuerdo, y nos citamos a pelear en la cancha del Sergio Arboleda. Si no llega la policía, le cuento que nos vamos todos al centro de salud (que hospital), con las narices rotas y golpes de cadena que ya utilizaba esa barrita.

Y mencionando los potreros, LER  nos confirma una historia que alguna vez mencionamos cuando hablábamos del turismo muzulmán:

LER: Una anécdota de la cual pueden dar fe Memo y Nelson (Gómez), cuando íbamos a nadar a la piscina de los caballos en el Hipódromo de Techo y salíamos más sucios que cuando entrábamos a "bañarnos "; los Gómez, Los Gasca, los Ruiz, Lalo León, en fín…

ALR: Hay muchos recuerdos y anécdotas. Cuando cumplí 50 años hace 4 años me los celebré con un partido en donde reuní a mis hijos, hermanos, sobrinos, a mis amigos de Muzú, de Centenario y del Banco Cafetero, fue lindo. Desde entonces, al menos dos veces al año celebramos los cumpleaños con un partido con los amigos de Muzú y Centenario. Sería muy rico hacer una gran reunión, por supuesto con futbolito y cervecita. Yo sé, Connie, que tú lo consigues.
LOS MEJORES RIVALES - CONFESIONES

¿Cuales eran los mejores equipos? ¿Cuales eran los rivales más fuertes?

LER: Los mejores equipos para mí, Botafogo, la Plaga y Racing, sin descartar al Peñarol; jugaban excelente fútbol, y por esta razón, se presentaban los roces normales en este tipo de partidos, pero hay mucha lealtad cuando hay buen fútbol.

Con el Bilbao era otro cuento como ya le comentaba, hasta por fuera de la cancha y entre semana, se trataban de presentar estos roces, y como a nosotros si nos retaban pues reaccionábamos y también lo hacíamos bastante bien con el grupito de amigos a los que nos gustaba pelear, y salir por la noche a romper vidrios, que nos parecía rico; era un desestrese y corra, nunca nos cogieron porque donde nos hubieran cogido, nos va pero bien mal.

Connie, se me olvidaba algo muy importante, mi hermano menor, Danilo Ruiz, fue de los jugadores últimos por ser el menor que jugó en Safa y terminó su carrera futbolística en Millonarios, pero como cosa rara, no le gustaba el fútbol tan intensamente como a nosotros y se perdió un extraordinario jugador. Lástima porque yo iba a verlo por sus virtudes; traté de llevármelo para el Real Bogotá, pero no, no pude. Lástima. Una menciòn especial para un jugador contemporáneo de la época de mi hermano Danilo, es William Sierra que jugó casi toda su carrera en el River Play de Bogotá cuyo dueño, qué pena con él, se me olvidó el nombre. Qué pena.
NOS DESPEDIMOS...

GR: Espero que estos muy incipientes datos te sirvan para que elabores, como siempre, un GRAN TRABAJO.

LER: Le comento Connie que sobre este tema podríamos sentarnos a hablar y escribir días y días y no terminaríamos, no solamente yo, sino habrá mucha gente de Muzú que aportaría cosas muy importantes. Una de las cosas más geniales que he visto en esta página es ésto de escribir sobre nuestro amado fútbol de Muzú. 

Esto es lo que recuerdo de afán, después seguimos recordando, qué rico. Connie estimada, fue tanto el gusto y los recuerdos que se me vinieron a la mente, que yo creo que todo salió amontonado porque quería salir todo al tiempo; qué cosa tan agradable fue recordar, lo volví a vivir como si hubiera sido hoy. Volví a vivir esto.... Ah! ... Ah!... Ah!.. que bacano. Abrazos y gracias.

ALR: Saludos a todos esos jugadores a quienes admiré mucho y un abrazo para todos los muzulmanes y sus familias.

Va mi abrazo de agradecimiento a Gerardo, Luis Edmundo y Alberto ya que su colaboración y su entusiasmo, fueron los que hicieron posible este pequeño sueño de sentarnos juntos a recordar los días de  buen fútbol en el barrio. Queda planteada la idea de Alberto de retomar la vieja costumbre de reunirnos entorno a un partido, para revivir esos lazos de amistad que desde entonces se crearon. Se que unos cuantos lo vienen haciendo con alguna periodicidad; ¿porqué no pensar en organizar un campeonato que reúna dos o tres equipos, al menos una vez al año?  A que lo logramos!!!

Edición Junio 18 de 2014

Agradecemos a Jaime Alzate por la información que estamos agregamos sobre la historia del Safa, uno de los equipos que hicieron parte de la historia deportiva del barrio. Igualmente agradecemos a Benjamín Pinzón quien facilitó la foto correspondiente.

Jaime Alzate: Iniciaba la década de las 60 y la época dorada del fútbol en nuestro barrio estaba en su plenitud, cuando llega el Sr. Alvaro Barreto dueño del Independiente Safa, quien se interesa por la calidad de nuestros jugadores y es así como surte el equipo en todas sus categorías con base en la calidad de nuestros deportistas.

Esta foto corresponde a la categoría infantil en el año 61 aproximadamente, conformado por Muzulmanes de Monte Blanco, Los azules y de la Salida (así se conocían los sectores del barrio).



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