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Ximena Diaz - Kinder en Sta Maria Goretti (Srta. Aurita) |
Podria decir con certeza que casi todos los dias de nuestra infancia estaban llenos de grandes expectativas, pero los finales de enero y comienzos de febrero, tenian un especial encanto por ser los ultimos dias de vacaciones y al mismo tiempo porque sentiamos la proximidad de nuestro regreso al colegio. Por esos dias nos ibamos llenando de gran optimismo y nuevos propositos; llenos de energia y muy bien puestecitos, llegado el dia, nos disponiamos a empezar el nuevo año escolar.
Mucho se podria escribir sobre esos dias de colegio, que se iniciaban cuando con algunas excepciones, desfilabamos temprano hacia nuestros respectivos colegios y escuelas recien desayunaditos e impecables. Un dia supe por ejemplo, de una niña que aprovechando la ocupacion de sus padres y evadiendo las reglas de higiene y urbanidad, sin el menor recato, se enfundaba muchas veces el uniforme, manteniendo la pijama debajo, se cogia una moña, sin siquiera desenredar el pelo y sin cepillarse ni los dientes, llegaba muy campante a su colegio. Los niños salian peluquiados con sus cortes estilo Humberto, o con la inolvidable Shuller, dependiendo del criterio mas o menos estricto de padres y maestros, y las niñas, con el cabello corto bien peinado, o con colas de caballo y trenzas bien templadas y amarradas. Habiendo pasado las correspondientes revisiones de orejas y uñas, de nuestros uniformes bien planchados, medias inmaculadas y zapatos embolados con sus correspondientes cordones, eramos despachados con las recomendaciones del caso, para regresar horas mas tarde con todo este inventario completamente en desorden, dando testimonio de las deliciosas jornadas escolares, en las que lo que mas disfrutabamos eran los recreos y la salida de clases.
Las medias que en la mañana hacian juego con el blanco de los puños y cuellos de las camisas, en muchos casos hasta almidonadas, parecian medias mutantes que cambiaban su color por un gris o amarillo tierroso, si no resultaban “comidas”. Durante nuestras horas de juego, estas medias poco a poco iban desapareciendo como por arte de magia, y al final resultaban enrolladas dentro de los zapatos, que eran los que parecian devorarlas mientras nos manteniamos distraidos y sumergidos en el juego.
Los bluejeans que salian recien lavados y planchados en las mañanas, despues de los partidos de futbol y demas juegos, regresaban con las rodillas verdes, cuando no resultaban con uno que otro roto. En correspondencia, los delantales de las niñas, regresaban de un color completamente diferente al que tenian al salir de casa. No habia recomendaciones ni castigos suficientes, para evitar que accidentes como los chorriones de tinta, marcas de esfero, o los rastros de lo comido, se notaran en nuestra indumentaria diaria. En estos dias, ni el mas pesado castigo habria podido limitar nuestras horas de diversion, de soñar despiertos y de compartir con amigos y compañeros toda clase de juegos y pilatunas.
Por esta epoca aprendimos que mantener la presentacion personal, con el uniforme adecuado, no era solo responsabilidad de los padres; ademas del trabajo de ensuciarlos todos los dias, tambien nos correspondia el de ayudar en su limpieza. Recuerdo que los tenis, que eran mis zapatos favoritos, habia que limpiarlos y mantenerlos blancos a punta de lo que fuera. Para estos efectos se utilizaban el Blanco de España o el Griffin que aparecio posteriormente, y que obviamente era mas costoso. Ni hablar de los zapatos de diario, cuyo mantenimiento se convertia en una pesadilla para todos, porque usualmente era muy dificil lograr que sobretodo las puntas, permanecieran con sus colores negro, cafe o azul. Poco a poco iban revelando el color original del cuero, a golpe de patadas y roces contra el pavimento y las piedras. En muchas ocasiones, los zapatos se terminaban primero por encima que por debajo. Ademas, el pie crecia tanto, que bastaba con que alcanzaran para el semestre y en el mejor de los casos, para el año escolar completo o para “heredarselos” al hermano menor, cuando se trataba de niños mas cuidadosos. En mi casa, eso nunca se logro. Finalizando el año, todos terminabamos con “chagualos” en vez de zapatos.
Recordando esos lejanos dias, vienen tambien a mi mente, como quien regresa de una madrugada de pesca con unas redes cargadas, las imagenes de todos esos implementos que a diario conformaban los utiles escolares de nuestra epoca y que fueron desapareciendo para las nuevas generaciones....La Cartilla Charry, La Alegria de leer, entre algunos de nuestros primeros textos escolares, junto con el Catecismo del padre Astete y la Urbanidad de Carreño.
Los cuadernos marca Norma o Cardenal que eran de 20, 50, 80 y 100 hojas. Estos ultimos solo usados cuando uno era lo suficientemente grande y convencia finalmente a los padres de que estos gruesos cuadernos eran importantes para nuestro rendimiento escolar. El abaco para el aprendizaje de las operaciones basicas y para la multiplicacion las tablas se memorizaban de las que venian impresas en la pasta de los cuadernos, junto con el Himno Nacional y algunos otros datos que resultaban de cierta utilidad.
Usabamos tambien el cuaderno de dibujo y el famoso cuaderno ferrocarril que era el terreno de ejercicio para la caligrafia. Los primeros trazos se realizaban con lapiz y posteriormente, cuando las destrezas eran mayores, se pasaba al portaplumas y al tintero. El manejo de la tinta Pelikan o Titan y plumas y portaplumas, desde luego, eran cosa de grandes. La tinta china y las plumillas venian mas adelante en bachillerato, cuando teniamos que hacer albumes de Anatomia y mapas. No puedo olvidar lo intimidante que resultaba para mi, ver esas paginas en blanco para ser llenadas con trazos friamente calculados, evitando las manchas y el uso de los secantes o de la tiza, en esos dias de la tinta y el portaplumas. Años mas tarde, cuando llego la era del boligrafo, estas angustias felizmente se terminaron.
Otro asunto eran los forros de los cuadernos; primero se usaba el papel milano de colores y luego el plastico, que llego posteriormente. No se usaban ni la cinta pegante, ni otros pegamentos como el Colbon. Utilizabamos la goma arabica que venia en cristales que se disolvian con agua caliente, o cuando habia mayores recursos, se compraba el frasco de goma que ya venia liquida en su correspondiente frasco con la tapa de caucho a la que habia que hacerle una hendidura para poder utilizarlo apropiadamente. Para proyectos grandes, se usaba el engrudo, que era fabricado en forma casera con agua y harina de trigo o maizena cocida.
Habia otros utiles que poco a poco fuimos aprendiendo a utilizar como la regla, tan bien manejada por algunos maestros como herramienta de castigo, y que era necesaria para hacerle las margenes a los cuadernos, con el lapiz rojo, con el que ademas se escribian los titulos. No existian en nuestra epoca los marcadores. Los lapices de colores con los que nos iniciabamos en el arte del dibujo y el coloreado, eran cajitas de seis lapicitos marca Recreo que eran los mas economicos; posteriormente vendrian los Prismacolor, cuando eramos grandes, o habia mas recursos en la casa. La escuadra, el transportador y el compas, eran implementos que requerian ciertos conocimientos y habilidades mas avanzadas y todos mirabamos con ansiedad el dia en que nos permitieran usarlos. Los primeros borradores que tuvimos eran los de leche, que una vez aprendiamos el manejo de la tinta o los boligrafos, eran sustituidos por las barritas grises y blancas que todavia hoy existen. La alistada de la maleta antes de acostarse, era otra de las responsabilidades que uno tenia, cerciorandose de que iba todo completo, incluyendo las tareas correspondientes, otro de los puntos que ocasionaron multiples bochornos en mi casa y seguramente en muchas de las de mis amigos y vecinos. Los dias mas angustiosos de la semana eran los domingos en la noche...creo que sobran las palabras y comentarios a este respecto.
Cada paso de esa transicion de pre-escolares a niños de primaria y de estos a estudiantes de bachillerato, nos trajeron alegrias y tristezas, emociones y desengaños; fueron causantes de premios y castigos, de soberanas palizas y reprimendas, pero todos finalmente fueron parte de ese pasado que vivimos, superamos y disfrutamos al lado de hermanos y vecinos, compañeros de clase y toda esa gama de compinches que contribuyeron a nuestra formacion o deformacion, pero definitivamente se constituyeron en dias inolvidables.
En el pais de no me acuerdo - Maria Elena Walsh